TODOS LOS EMBARAZOS DEBERÍAN SER DESEADOS

TODOS LOS EMBARAZOS DEBERÍAN SER DESEADOS

Autoría: Maria Àngels Viladot

 Publicado en el Espacio Violeta de Clásicas y Modernas

11 julio, 2022

Por fin he terminado la lectura del reciente best-seller internacional de Sara Donati: La edad dorada. Digo "por fin" porque es larguísimo; yo prefiero las novelas más bien cortas.

Paralelamente, he leído también el informe «Visibilizar lo invisible. La necesidad de actuar para poner fin a la crisis desatendida de los embarazos no deseados» (Estado de la población mundial 2022; Fondo de Población de las Naciones Unidas, y he encontrado que novela e informe se complementan a la perfección, dibujando un escenario bastante preocupante. 

La autora de la novela, Sara Donati, es descendiente de inmigrantes italianos del Nueva York del siglo IXX y si lo señalo es porque, si no fuera porque la novela está ambientada en la década de 1880, su ascendencia italiana podría sugerir que se trata de una autobiografía novelada o casi.  De hecho, la primera idea que la empujó a escribirla se la dio su abuela.

 El argumento de la novela hace hincapié en las desigualdades tremendas que había en el Nueva York de la época, con la ciudad repleta de inmigrantes utilizados para la construcción de la gran urbe, y que vivían en condiciones míseras en medio de la opulencia de unas pocas familias. Poco a poco, algunas familias de inmigrantes se fueron situando social y económicamente hasta convertirse en auténticos clanes. Es el caso la familia de Jack Mezzanote, inspector de policía, muy buena persona. 

Pero las verdaderas protagonistas del libro son dos primas hermanas, una de ellas mulata, graduadas ambas en la Escuela de medicina para mujeres; dos doctoras que trabajaban en el New Amsterdam Hospital, y cuya sensibilidad social las empujaba a cuidar a las personas más vulnerables. ¡Imaginad qué significaba la condición de mujer médico el siglo IXX de Nueva York y, para más inri, siendo mulata!

En aquella época Nueva York estaba controlada por la llamada «Liga contra el vicio», liderada por un tal Comstock; un grupo de fanáticos, de ideas fijas enfermizas, para quienes el aborto era un crimen y las mujeres que no cumplían los roles bendecidos de amas de casa, unas pecadoras que debían ir derechitas al infierno o, al menos, a la penitenciaría más cercana. Resumiendo, la Liga las pretendía reducidas en la cocina y a cargo de los agotadores cuidados familiares, y, por supuesto, subordinadas en todos los sentidos a sus maridos. Al arbitrio de sus deseos machistas y, por supuesto, también carnales. Estoy hablando de la punta del iceberg del machismo estructural del mundo de aquella época.

En la novela sale un personaje que instrumentaliza a su mujer como si fuera una coneja: fornica con ella tanto como se le antoja (entended en este contexto el verbo “fornicar” como un eufemismo del verbo “violar”; por tanto, la viola ad libitum) con el objetivo de dejarla embarazada para hacer, lo más rápido posible, seis hijos y no ser menos que su hermano. De paso, la tiene atada y bien atada en casa. Exactamente como lo que decía Francisco Franco: “Atado y bien atado”. La relación de esta mujer y su marido con las doctoras es uno de los hilos principales de la novela. Pero no quiero hacer spoilers. Además, para lo que quiero decir, no viene a cuento.

En este clima de esclavización de la mujer, las mujeres que pretendían abortar --por ejemplo, después de haber parido a cinco criaturas en seis años y pico— debían moverse por un mundo clandestino de médicos y personas paramédicas que las ayudaban a abortar a precios carísimos. Siempre atemorizadas y a escondidas de sus maridos. No todos los médicos y personas paramédicas actuaban de la misma manera. Algunos de ellos lo hacían con la desidia más absoluta, puesto que la salud de estas mujeres embarazadas les importaba un comino; les daba igual si se morían porque pensaban que, si se morían, era porque se lo habían buscado. De modo que las condiciones higiénicas eran nulas hasta el punto de que su ausencia dejaba vía libre a las bacterias infecciosas que las arrastraban a las puertas de la muerte, si es que no las mataban directamente. Las intervenciones quirúrgicas de estos energúmenos eran escabrosamente chapuceras, utilizando punzones y otros utensilios que introducían en la vulva hasta agujerearles las tripas. Todo un mundo secreto incontrolable ya que, de hecho, estas mujeres morían pasados ​​unos días acostadas en su casa sin que nadie supiera los motivos. Y ya no digamos de las que no tenían recursos económicos; éstas lo intentaban por sí mismas utilizando sistemas que les producían la muerte. Los pelos de punta. De esto no hace tantos años, si tenemos en cuenta los millones de años que hace que los humanos habitamos la Tierra. Incomprensible que todavía estemos casi como entonces.

Volvamos ahora a la segunda lectura, la del documento «Visibilizar lo invisible. La necesidad de actuar para poner fin a la crisis desatendida de los embarazos no deseados» (Estado de la población mundial 2022; Fondo de Población de las Naciones Unidas), los aspectos que entrelazan novela e informe se hacen evidentes de inmediato. El documento parte del deseo de vivir en un mundo en el que las mujeres que se quedan preñadas lo hagan porque así lo han querido. Y, por supuesto, comparto plenamente este objetivo porque, además, los embarazos no deseados conllevan costes para la salud, la educación y el futuro de las personas, así como cargas para los sistemas sanitarios en su conjunto, los trabajadores y las sociedades. Casi todo el mundo tiene alguna experiencia que le pueda servir de referencia, por haber tenido un embarazo no intencional o por conocer a alguien que haya pasado por esta situación. Para algunas personas significa una crisis personal, otras piensan que cuando se cierra una puerta se abre otra. Más allá del contexto personal, que las mujeres queden encintas sin haberlo pretendido es algo que tiene raíces sociales y consecuencias globales; raíces que el informe que menciono explica con claridad meridiana.

Debemos saber que más del 60% de los embarazos no intencionales terminan en aborto y que, aún hoy en día, el 45 por ciento de los abortos que se realizan en el mundo ponen en peligro las vidas de siete millones de mujeres al año. Las condiciones de riesgo en que se practican estos abortos son una de las causas principales de las más de 800 muertes maternas que se producen diariamente. Este es un precio que el mundo, sencillamente, no se puede permitir.  Horroriza pensar que estas condiciones de riesgo de hoy en día no son tan diferentes, en muchos casos, de las que Sara Donati relata en su best-seller. Estamos en el año 2022 y la historia de la novela ocurre en el siglo XIX. Es evidente que durante estos 130 años el mundo ha evolucionado, pero, por desgracia, no tanto como se podría pensar.   

Quien más quien menos conoce que el 24 de junio de este año el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha suprimido el derecho al aborto con carácter general. Ley del aborto que los estados republicanos acatan a rajatabla. El mismo día de la sentencia del Supremo, el gobernador republicano de Misuri, Mike Parson, firmó una ley de prohibición incluso, agárrense, en casos de violación e incesto, con penas de cinco a diez años de encarcelamiento para los profesionales sanitarios que lo practiquen. Kentucky, Ohio, Tennessee…también se han sumado al veto del aborto. Excepto Arkansas que, finalmente, ha votado a favor del derecho al aborto.  Esta prohibición nos parece, sin duda, un disparate en mayúsculas. Los derechos humanos nunca pueden perderse de vista y la única persona, la única, que debe decidir sobre un embarazo es la que está embarazada. Todos los seres humanos tenemos derecho a la propia autonomía funcional de nuestro cuerpo. Y el ejercicio de un derecho humano básico, como es el de decidir libremente un aborto, es incuestionable, como también lo es disfrutar de la capacidad de decidir un embarazo, cuándo y con quién. Es fundamental poder programar libremente y con criterio cabal el número de prole que se desea tener. La pregunta que surge es: ¿por qué no se han tomado medidas adicionales más contundentes para garantizar la autonomía corporal de todos y todas? Tenemos a nuestro alcance anticonceptivos modernos y eficaces y no se entiende por qué casi la mitad de los embarazos en el mundo no son intencionales; ni intencionales ni deseados. Mejor dicho, sí se entiende, después de haber leído el Informe.    

Es vital ser consciente de todo lo que surge a partir de un embarazo no deseado: vergüenza, estigma, miedo, pobreza, desigualdad de género y muchos otros factores que merman la capacidad de decisión de las mujeres y las niñas, de buscar y obtener anticonceptivos, de negociar el uso del preservativo con la pareja, de alzar la voz y de perseguir sus deseos y ambiciones. El informe plantea preguntas provocadoras e inquietantes sobre la valoración que se les da a las mujeres y las niñas más allá de sus capacidades reproductivas. Porque reconocer su valía, y permitirles contribuir enteramente a sus sociedades, significa garantizar que tengan los recursos, la información y el poder necesarios para tomar por sí mismas esta decisión fundamental.

Así es cómo termina el Prólogo del documento: «Cada vez estamos más cerca del 2030, la fecha límite para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los objetivos transformadores del UNFPA: es necesario acabar con las necesidades insatisfechas en materia de planificación familiar, poner fin a las muertes maternas evitables y erradicar la violencia de género y las prácticas nocivas, como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil. Es el momento de acelerar, no de retroceder, para transformar la vida de las mujeres y niñas y llegar a las más atrasadas. Evitar los embarazos no intencionales es un primer paso innegociable. Cuando las personas pueden tomar verdaderas decisiones informadas sobre su salud, su cuerpo y su futuro, están en situación de contribuir a unas sociedades más prósperas y un mundo más sostenible, equitativo y justo».  No puedo estar más de acuerdo.  

Alcarràs, de Carla Simón

He anat a veure Alcarràs, de Carla Simón, al cine de Palafrugell (Baix Empordà). Era ple de gom a gom, potser perquè el premi de l'Ós d'Or rebut a la Berlinale, ha creat moltes expectatives, o potser perquè era diumenge a la tarda.

 En qualsevol cas, és la primera pel·lícula rodada en català que rep aquest guardó, i dirigida i escrita per una directora i guionista i un co-guionista nascuts, tots dos, l'any 1986. Com qui diu, fa dos dies... Epitelis tendríssims. Un cine, el de Palafrugell, que podria ser ben bé el d'Alcarràs, ara reobert, després de tants anys tancat, per a la presentació de la pel·lícula. Un cinema Paradiso, com el del film de Giuseppe Tornatore. Si més no a mi m'ho semblava, mentre contemplava embadalida les escenes que, a vegades, semblaven pintures paisatgístiques del Greco, de Joseph William Turner o de John Constable. Escenes més reals que impressionistes, que es basen més en la percepció de les línies i la llum. No sabria dir quina escena m'ha agradat més. Cada fotograma, cada enquadrament, mostri el que mostri, traspua bellesa, sensibilitat a borbolls. L'art quan és bo s'acompleix a si mateix. Res a dir-hi. Tanmateix, sumem-li a Alcarràs la intencionalitat política, el contingut social que, des del principi, ens interpel·la.

M'han sorprès moltes coses bones, de la pel·lícula, però n'hi ha una que sobresurt amb escreix: la seva versemblança. La naturalitat amb què es desenvolupa i amb actors que no són professionals sinó escollits en un càsting que es va fer a la mateixa contrada d'Alcarràs. Perquè ens entenguem, amb gent del poble i, tal vegada, de les rodalies. Però és que no calia que fossin professionals perquè el que ens explica el film, el que s'esdevé a Alcarràs, és tan autèntic, tan pertinent, que els actors ni tan sols han d'interpretar, només els hi ha calgut ser com són. Per a mi aquest és un dels grans mèrits de l'obra. Tot i que hi he trobat un excés d'escenes infantils; de criatures jugant, amunt i avall. És clar, tenen una gràcia tremenda, la directora sap treure un partit brillant de la seva innocència i picardia en els jocs, de les seves respostes inversemblants, que ens fan riure. La repetició i prolongació d'algunes d'aquestes escenes ens poden semblar un recurs perquè sí, anodí, més que per una necessitat del guió. Simón sembla tenir una debilitat pels personatges infantils. De fet, en la seva anterior peça, Estiu 1993, són les protagonistes. Tanmateix, dic "poden semblar un recurs" perquè també penso que la directora ens presenta aquests éssers innocents, que no s'adonen de les coses que passen al seu entorn, com el futur que forjarà el món. De fet, els dos protagonistes joves, el fill i la filla, els germans grans, van agafant una presència rellevant a mesura que avança la història.

En un microcosmos rural, un reducte camperol tancat, molt conservador, on s'exposen, com un ventall obert, els costums i els rols tradicionals d'homes i dones, hi avança una història que ens planteja un món d'aliances i formes de vida que van desapareixent, la lluita per la terra, la terra aspre, i el trànsit impertèrrit i inexorable com un monstre d'un altre món que, al seu pas, avança cap a una nova època. Una història intimista que posa de manifest les emocions de tots els personatges, llurs comportaments estancs i estereotipats, que se'ns fan absolutament reconeixibles.

La narrativa del film se centra en una unitat familiar, representativa, sense dubte, de les unitats familiars camperoles que sobreviuen en entorns durs i conservadors. Han de ser-ho, de conservadores, per poder sobreviure, ja que viuen de la fruita que cultiven i de la vaca que els alleta. També són d'allò més familiars: l'amor, l'alegria, el xivarri de la festa, la cridòria entre els membres de la unitat familiar són elements que tenen una presència cabdal. Les dones estan relegades a la casa, a l'espai reduït de la cuina i la cura, i no poden penetrar l'àmbit del treball, rústec i esquerp. Dosis de comportament masclista no n'hi falten (com una mostra evident, no únicament com el que es palpa a l'atmosfera tradicional i conservadora): fa feredat adonar-nos com el noi jove, el germà gran de la família, encara té arrelades com un roure mil·lenari conductes d'allò més masclistes; n'hi ha prou amb una escena per visualitzar in situ una síntesi de la naturalesa dels comportaments sobreprotectors i depreciatius envers les dones del masclisme més ranci. La noia de la família, la filla gran, és l'esperança d'aquests cosmos que ha d'evolucionar, mentre el món dels homes pretén continuar amb els seus privilegis de domini. A mesura que avancen els episodis narratius aquesta, la noia, agafa un protagonisme, una presència, gairebé d'embolcall. És la que censura aquell món de mascles i feminitat malentesa. Bravo pel feminisme que el film estreny.

Una pel·lícula diferent, amb un gust estantís de reportatge costumista. Potser el punt feble que li veig és que la història queda massa oberta i que hi ha una certa dissonància, un decalatge, entre el clima que s'ha anat creant i la reacció final dels personatges. Tal vegada uns tocs d'èpica no li haurien anat malament. De tota manera, això és una qüestió de gustos. Dues hores de pel·lícula de les quals he gaudit ininterrompudament d'allò més.

 

 

Crítica de Disset Esclats

CARLES DUARTE I MONTSERRAT

«Disset esclats»

12·12·21 | 06:30

Una de les personalitats més polièdriques i interessants de la nostra vida cultural és Maria Àngels Viladot, que ha publicat des d’assaigs sociològics i sociolingüístics a llibres de poesia o de prosa de ficció. Ara ens presenta, dins del segell Stonberg, amb un pròleg d’Olga Xirinacs i una coberta de Perico Pastor, Disset esclats, un recull de narracions inspirades en disset dones reals amb perfils vitals i professionals rellevants. Maria Àngels Viladot, que n’ha valorat la personalitat i la trajectòria i s’hi ha entrevistat, n’ha extret una experiència significativa, a partir de la qual ha concebut un conte. Ho explica així: «Consistia a demanar a dones diverses alguna vivència que recordessin amb prou força per conformar un relat breu i, si podia ser, allunyat en el temps». Hi afegeix: «M’agraden molt els anys seixanta i setanta del segle XX». Però el llibre conté textos que arriben fins al present, epidèmia inclosa. La proposta de Viladot és tan sorprenent com reeixida. Posant en joc el seu talent per capbussar-se en l’ànima humana i per teixir relats capaços d’atreure’ns i commoure’ns, ens hi parla de l’emancipació d’una dona tipa d’un marit que n’asfixia la veu i la mirada, d’una noia que s’enfronta a una autoritat eclesiàstica que actua amb arbitrarietat, d’una jove que viatja a París en tren amb uns amics hippies acompanyada d’una maleta elegant que durà d’estranquis de tornada llibres prohibits, de les gelosies entre fills, del trasbals per la mort prematura d’un amic psiquiatre, de la mediocritat agressiva de les autoritats franquistes i de la dignitat dels qui no acceptaven amb resignació aquella dictadura, de la malaltia greu d’una mare que empeny una filla a interrompre els seus projectes i a fer reflexions com «amb la por de la pèrdua no es pot viure», del record d’un avi republicà afusellat pels franquistes perquè havia impulsat la reforma agrària a Extremadura, d’una ascensió al Montblanc amb una reflexió sobre l’esperit competitiu i la supèrbia humana en la seva relació amb la natura, d’un accident mortal de moto, d’una enginyera que en un viatge a Porto Alegre s’enamora sense saber-ho d’un ciberdelinqüent, d’un pare xofer que atropella involuntàriament un nen... Queda clar, doncs, que no tan sols ens trobem davant de protagonistes ben diferents, sinó també d’històries amb continguts i plantejaments contrastats. I tanmateix Viladot aconsegueix de donar-hi una coherència i una complementarietat en què l’estil juga a favor seu. Maria Àngels Viladot es nodreix en aquesta ocasió de la memòria d’altres per dibuixar amb mà magistral, alhora càlida i precisa, emocions essencials, circumstàncies doloroses, ideals compartits que ens situen en etapes de la nostra vida col·lectiva on el punt de vista de la dona ha estat sovint menystingut o fins i tot ignorat. A Disset esclats hi ha una lúcida reivindicació de la perspectiva de la dona a l’hora de viure la realitat i d’explicar-la.

Desavantatges de les dones? O avantatges dels homes?

Desavantatges de les dones? O avantatges dels homes?

Maria Àngels Viladot

Dra. Psicologia Social i Comunicació intergrupal

Escriptora

En l’àmbit social i institucional, en els discursos públics, parlem de la desigualtat de gènere referint-nos als desavantatges de les dones. Quines repercussions té per a les dones (el grup infrarepresentat i sovint discriminat) el fet que posem el punt de mira en la seva situació desavantatjada i no en la situació avantatjada dels homes? Em proposo de fer-ne uns apunts i suggeriments. Per començar, em sembla que plantejar la desigualtat de gènere des d’un únic punt de vista (entesa com un desavantatge o menyscabament de les dones) dificulta veure aquesta desigualtat d’una altra manera que no sigui la que implica aquest marc concret. Val a dir que m’he recolzat en els treballs de Susanne Bruckmüller (professora de Psicologia Social a la Universitat Friedrich Alexander d’Erlangen-Nuremberg, Alemanya) i col·laboradors. Sens dubte és una de les investigadores que més ha estudiat com la manera que descrivim les situacions de desigualtat de gènere, posant l’enfocament en les dones o bé en els homes, afecta la nostra percepció del problema.

En contextos intergrupals, fer que els grups no normatius siguin de manera consistent objecte de comparació i, per tant, quedin marcats lingüísticament com la desviació d’un grup referent (normatiu), afecta negativament les persones pertanyents a aquests grups no normatius. A més, atès que la normativitat està entrellaçada amb l’estatus i el poder, presentar reiteradament un grup com a referent fa que aquest grup aparegui més poderós i amb un estatus més elevat, i això contribueix a legitimar la desigualtat. El fet és que els estudis més actuals demostren que canviar l’enfocament de la comparació en les descripcions de la desigualtat és suficient per donar forma a les explicacions (atribució de la culpa de la desigualtat i evocació de diferents reaccions emocionals i de comportament) i, en conseqüència, a la mena de suggeriments d’intervenció. En un dels darrers treballs de Bruckmüller, els participants van suggerir diferents tipus d’intervencions per combatre la desigualtat de gènere en funció de com s’havia emmarcat la desigualtat (enfocament en les dones vs. enfocament en els homes). Van suggerir moltes més intervencions que anaven dirigides a fer canvis en les dones o a ajudar-les en aspectes concrets més que no pas per modificar les estructures del sistema patriarcal.

Diem que les dones cobren menys, que se les contracta menys, que per progressar en les seves carreres han de superar una colla d’esculls que als homes no els cal, etc. Però també podríem dir que els homes ocupen en excés els llocs de lideratge, que se’ls contracta i se’ls paga més que a les dones, que els consells d’administració són bàsicament masculins i que les trajectòries professionals dels homes solen ser més reeixides, fàcils i fluides que les de les dones. No obstant això, les descripcions (relatives a la desigualtat de gènere) enfocades en els homes no són habituals en el discurs públic; en qualsevol cas, molt menys freqüents que les descripcions centrades en les dones. Efectivament, la desigualtat de gènere se sol descriure com un desavantatge de les dones i molt poques vegades com un avantatge del qual frueixen els homes. Pensem que, al capdavall, la manera com enfoquem la desigualtat no és tan important. En conseqüència, les diferències de gènere s’aborden en termes de com les dones difereixen dels homes i no al revés, particularment en àmbits estereotípicament masculins. En canvi, nombrosos estudis han demostrat, com ja he dit, que el focus de comparació (qui es compara amb qui) afecta la percepció i el judici social.

Una manera força comuna d’il·lustrar la desigualtat de gènere ha estat a partir de diverses metàfores: la del «sostre de vidre» ha gaudit d’una immensa popularitat i ha inspirat una sèrie de metàfores similars que descriuen diversos reptes als quals s’enfronten les dones per progressar en les seves carreres laborals (el «mur matern» o el «penya-segat de vidre»; igualment, el sol enganxós, les escales mecàniques, el laberint, etc., són metàfores extremadament poderoses que ens expliquen aquests fenòmens socials complexos, i a partir de les quals podem entendre els motius del nostre comportament). Tanmateix, totes aquestes metàfores comparteixen el mateix aspecte potencialment problemàtic: l’enfocament cap a les dones. Es focalitzen en el grup desfavorit o perjudicat en comptes del grup privilegiat. Evoquen imatges de dones individuals que s’enfronten a barreres estructurals com ara sostres, parets, desviaments o carrerons sense sortida, mentre que les experiències dels homes queden fora del panorama. Això emmarca la representació cognitiva de la desigualtat per raó de gènere com una qüestió de dones, no com un assumpte de gènere. No com un tema de justícia social. No com un tema de desigualtat.

Però les coses no són tan fàcils. La temptació és concloure que la desigualtat de gènere s’ha de plantejar sempre tractant l’avantatge dels homes respecte de les dones. Però recordar als grups afavorits els seus privilegis normalment és contraproduent. O sigui, que plantejar les coses dient que els homes tenen privilegis i avantatges pot donar lloc a reaccions adverses en molts receptors. Dir que algú té massa fa la impressió que se li vol prendre alguna cosa. Dir simplement que algú té poc no produeix aquesta sensació; és un enfocament més prudent, tot i que, a parer meu, sigui el mateix. Emmarcar la desigualtat com un avantatge d’un grup privilegiat comporta, doncs, el risc de provocar resistència reactiva (reactància). A més, la gent valora més la informació negativa que la positiva. Així doncs, centrar-se en el costat negatiu de la desigualtat (en els desavantatges d’alguns) pot ser més eficaç a l’hora d’evocar emocions, d’assenyalar que hi ha un problema i d’inspirar la motivació necessària per actuar que no pas centrar-nos en el costat «positiu» de la desigualtat (en els avantatges dels altres). En aquest sentit, una investigació bastant recent de la mateixa Bruckmüller ha demostrat que un enfocament comparatiu en relació amb un grup econòmicament desfavorit tenia més probabilitats de suscitar valoracions de les diferències percebudes com a il·legítimes que un enfocament centrat en el grup avantatjat. Per tant, pot ser útil recórrer a metàfores centrades en les dones, com el sostre de vidre o el laberint, no només per il·lustrar les experiències de les dones en l’àmbit laboral, sinó també per cridar l’atenció sobre un problema persistent.

En conseqüència, la recomanació de la investigadora és que es presti més atenció a la forma en què es descriu la desigualtat (de gènere). Hauríem de centrar-nos en els dos enfocaments. Per exemple, per què no parlar de la infrarepresentació de les dones i que els consells d’administració són clubs d’homes? Per què no il·lustrem amb exemples els reptes (addicionals) als quals s’enfronten les dones i destaquem que els sostres de vidre i els laberints són estructures que d’alguna manera s’han posat i mantingut al seu lloc, i que poden canviar-se? Per què no afegim metàfores que facin visible el que pot ser una alternativa més justa?

En resum, em sembla que no hem de deixar d’enfocar el problema de la discriminació de gènere des dels desavantatges de les dones, però cal sumar-hi l’enfocament dels privilegis masculins perquè hi hagi canvis estructurals reals. Si no, continuarem en el camí de modificar alguna cosa perquè no canviï res. Cosa que els grups privilegiats saben fer tan bé.

Desventajas de las mujeres? O ventajas de los hombres?

Maria Àngels Viladot

Dra. Psicologia Social y Comunicación intergrupal

Escritora

​En el ámbito social e institucional, en los discursos públicos,  hablamos de la desigualdad de  género refiriéndonos a las desventajasde las mujeres. ¿Qué repercusiones tiene para las mujeres  (el grupoinfrarrepresentado y a menudo discriminado) el hecho de que pongamos el punto de mira en su situación de desaventajadas y no en la situación aventajada de los hombres? Me propongo hacer unosapuntes y sugerencias. Para empezar,me parece que plantear la desigualdad  de género desde un único punto de vista (entendida como una desventaja o menoscabo de las  mujeres) dificulta ver esta desigualdad de otra manera que no sea la que implica este marco concreto. Cabe decir que me he apoyado en los trabajos de Susanne Bruckmüller (profesora de  Psicología Social en la Universidad Friedrich Alexander de Erlangen-Nuremberg, Alemania) y  colaboradores. Sin duda es una de las investigadoras que más ha estudiado como la manera que  describimos las situaciones de desigualdad de género, poniendo el enfoque en las mujeres o bien en los hombres, afecta nuestra percepción del problema.

En contextos intergrupales, hacer que los grupos no normativos sean de manera  consistente  objeto de comparación y, por tanto, queden marcados lingüísticamente como la desviación de un grupo referente (normativo), afecta negativamente a las personas pertenecientes a estos grupos  no normativos. Además, dado que la normatividad está entrelazada con el estatus y el poder, presentar reiteradamente un grupo como referente hace queeste grupo aparezca más poderoso y con un estatus más elevado, y esto contribuye a legitimar la desigualdad. El hecho es que los estudios  más actuales demuestran que cambiar el enfoque de la comparación en las descripciones de la  desigualdad es suficiente para dar forma a las explicaciones (atribución de la culpa de la desigualdad  y evocación de diferentes reacciones emocionales y de comportamiento) y , en consecuencia, a la clase de sugerencias de intervención. En uno de los últimos trabajos de Bruckmüller, los  participantes sugirieron diferentes tipos de intervenciones para combatir la desigualdad de género en función de cómo se había enmarcado la desigualdad (enfoque en las mujeres vs. enfoque en los  hombres). Sugirieron muchas más intervenciones que iban dirigidas a hacer cambios en las  mujeres o ayudarlas en aspectos concretos más que para modificar las estructuras del sistema patriarcal.

Decimos que las mujeres cobran menos, que se las contrata menos, que para progresar  en  sus carreras deben superar una serie de escollos que los hombres no necesitan, etc.  Pero también  podríamos decir que los hombres ocupan en exceso los puestos de liderazgo, que se les contrata y se les paga más que a las mujeres, que los consejos de administración  son  básicamente masculinos y que las trayectorias profesionales de los hombres suelen ser  más  exitosas, fáciles y fluidasque las de las mujeres. Sin embargo, las descripciones (relativas a la  desigualdad de género) enfocadas en los hombres no son habituales en el discurso público; en cualquier caso, mucho menos frecuentes  que las descripciones centradas en las mujeres.  Efectivamente, la desigualdad de género  se  suele  describir como una desventaja de las mujeres y muy pocas veces como una ventaja del que disfrutan  los hombres. Pensamos que, en definitiva, la forma en que  enfocamos la desigualdad no es tan  importante. En consecuencia, las diferencias de  género  se abordan en términos de cómo  las mujeres difieren de los hombres y no al revés,  particularmente  en ámbitos estereotípicamente  masculinos. En cambio, numerosos estudios han demostrado, como  ya he dicho, que el foco de  comparación (quien se compara con quien) afecta la percepción y el  juicio social.

Una manera bastante común de ilustrar la desigualdad de género ha sido a partir de diversas  metáforas: la del «techo de cristal» ha gozado de una inmensa popularidad y ha inspirado una  serie de metáforas similares que describen diversos retos a los que se enfrentan las mujeres para  progresar en sus carreras laborales (el «muro materno" o el "acantilado de vidrio»; igualmente, el sol pegajoso, las escaleras mecánicas, el laberinto, etc., son metáforas extremadamente poderosas que nos cuentan estos fenómenos sociales complejos, y a partir de las cuales podemos entender  los  motivos de nuestro comportamiento). Sin embargo, todas estas metáforas comparten el mismo  aspecto potencialmente problemático: el enfoque hacia las mujeres. Se focalizan en el grupo  desfavorecido o perjudicado en vez del grupo privilegiado. Evocan imágenes de mujeres individuales que se enfrentan a barreras estructurales tales como techos, paredes, desvíos o callejones sin salida,  mientras que las experiencias de los hombres quedan fuera del panorama. Esto enmarca la  representación cognitiva de la desigualdad por razón de género como una cuestión de mujeres, no como un asunto de género. No como un tema de justicia social. No como un tema de desigualdad.

Pero las cosas no son tan fáciles. La tentación es concluir que la desigualdad de género debe  plantearse siempre tratando la ventaja de los hombres respecto de las mujeres. Pero recordar a los grupos favorecidos sus privilegios normalmente es contraproducente. O sea, que plantear  las cosas diciendo que los hombres tienen privilegios y ventajas puede dar lugar a reacciones  adversas en muchos receptores. Decir que alguien tiene demasiado da la impresión de que se le  quiere tomar algo. Decir simplemente que alguien tiene poco no produce esa sensación; es un  enfoque más prudente, aunque, en mi opinión, sea lo mismo. Enmarcar la desigualdad como una ventaja de un grupo privilegiado comporta, pues, el riesgo de provocar resistencia reactiva (reactancia). Además, la gente valora más la información negativa que la positiva.  Así pues,  centrarse en el lado negativo de la desigualdad (en las desventajas de algunos) puede ser más eficaz a la hora de evocar emociones, señalar que hay un problema y de inspirar la motivación necesaria para actuar que si nos centrarnos en el lado "positivo" de la desigualdad (en las ventajas de los otros). En este sentido, una investigación bastante reciente de la misma Bruckmüller ha demostrado que un  enfoque comparativo en relación a un grupo económicamente desfavorecido tenía  más  probabilidades de suscitar valoraciones de las diferencias percibidas como ilegítimas que un  enfoque centrado en el grupo aventajado. Por lo tanto, puede ser útil recurrir a metáforas centradas  en las mujeres, como el techo de cristal o el laberinto, no sólo para ilustrar las experiencias de las  mujeres en el ámbito laboral, sino también para llamar la atención sobre un problema persistente.

En consecuencia, la recomendación de la investigadora es que se preste más atención a la forma en que se describe la desigualdad (de género). Deberíamos centrarnos en los dos enfoques. Por ejemplo, ¿por qué no hablar de la infrarrepresentación de las mujeres y que los consejos de administración  son clubes de hombres? ¿Por qué no ilustramos con ejemplos los retos (adicionales) a los que se  enfrentan las mujeres y destacamos que los techos de cristal y los laberintos son estructuras que de alguna manera se han puesto y mantenido en su sitio, y que pueden cambiarse? ¿Por qué no añadimos metáforas que hagan visible lo que puede ser una alternativa más justa?

En resumen, me parece que no debemos dejar de enfocar el problema de la discriminación de  género desde las desventajas de las mujeres, pero hay que sumar sí o sí el enfoque de los privilegios  masculinos para que haya cambios estructurales reales. Si no, seguiremos en el camino de modificar  algo para que no cambie nada. Lo que los grupos privilegiados saben hacer tan bien.

El pensament ramader

Publicat al Diari ARA , 12-07-2021

Després de l’enorme pressió exercida per fer-nos visibles, sembla que, finalment, Espanya ens escolta.  

La taula de negociació amb el govern central és una formula per obrir escletxes a l’atzucac polaritzat en el qual ens trobem. No només pot implicar reconeixement dels desequilibris econòmics sinó dels béns intangibles i immaterials que ens defineixen com a catalans; per començar, hauríem de blindar la llengua catalana. Molts estudis ens mostren que els conflictes irresolubles són comuns en les pugnes etnopolítiques caracteritzades per la impermeabilitat dels límits grupals i un insuficient contacte entre els grups en conflicte. El contacte sistemàtic que significa la taula de negociació és, per tant, una oportunitat viable d’avançar com a país. Implica un intercanvi de reconeixements que amb el PP era inexistent i que venia acompanyat d’una exhibició d’arrogància, de superioritat i d’un nacionalisme essencialista que ens disminuïa i estigmatitzava. El govern espanyol del PP ens amenaçava amb l’intent de desmuntar el grup nacional català i molts catalans se senten, encara avui, trepitjats i humiliats. N’han tret molt rèdit electoral. Però també els ha sortit el tret per la culata perquè el que han aconseguit és un enduriment de la cohesió del grup català de forta identitat nacional fins al punt d’exigir, sense marxa enrere, la secessió. No hi ha res més fàcil que inflamar i manipular sentiments d’autoestima denigrats. Ni res més fàcil de crear que sentiments d’amenaça quan els recursos són escassos, quan la pressió demogràfica i demolingüística és tan elevada i el món és tan incert. 

En molts catalans s’ha produït una assimilació absoluta de la pròpia identitat personal amb la identitat de grup. Una desindividualització

El 29 de juny passat es va reprendre el contacte; es va parlar de la Comissió Bilateral Generalitat-Estat per al seguiment de les inversions i el compliment de l’Estatut de Catalunya, dels contactes entre consellers i ministeris per a les qüestions sectorials i de les qüestions relatives als fons europeus de reconstrucció econòmica. I es va convocar la taula de negociació: el 13 de setembre, a Barcelona. De tot això els mitjans de comunicació n’han parlat ben poc. Però sí que han ressaltat que el president Sánchez ha dit que mai no acceptarà un referèndum d’autodeterminació. L’objectiu és mantenir la polarització. A qui afavoreix aquesta bel·ligerància? Perquè som molts els que creiem que per fer créixer el país i viure en concòrdia és bo negociar i evitar posicions d’enfrontament. El que esperem dels polítics són senyals inequívocs d’honestedat; senyals que ambdues parts són dignes de confiança i estan compromeses en aquest reconeixement compartit. Objectius comuns, cooperació sincera i honesta; i l’establiment i compliment de les lleis necessàries. 

Com a catalans hem de representar, i no de boca, el nacionalisme inclusiu. Els problemes són globals (el canvi climàtic, per exemple) i els hem d’afrontar no des de la nostra petitesa sinó amb aliats, compartint i col·laborant. Des de Catalunya, juntament amb altres comunitats d’Espanya i Europa, hem de ser persuasius en el canvi de mentalitat que, sens dubte, ha de fer el govern de Madrid.

Molts catalans, atrapats –com he dit– en una bombolla de forta càrrega emocional (com a conseqüència del sentiment d’autoestima amenaçada per l’agressió permanent percebuda), no volen ni sentir-ne parlar. Han tancat barreres grupals i s’han parapetat amb emocions de fortíssima solidaritat i cohesió grupal. Tant és així que s’ha produït una assimilació absoluta de la pròpia identitat personal amb la identitat de grup. Una desindividualització. La identitat personal d’aquests catalans es regeix per la narrativa que emana de la seva pertinença grupal. Una simbiosi absoluta amb el grup que ha anul·lat altres opcions perceptives i d’interacció social. És el pensament ramader, com diu Biel Mesquida, aplicant-lo a altres situacions. No hauríem de perdre la llibertat personal. Però els líders polítics que han basat el seu èxit en l’explotació d’aquests sentiments d’amenaça no canviaran fàcilment d’estratègia. La societat és la que haurà de prendre consciència i fer canviar el rumb. Només així entrarem en una nova etapa molt positiva per a Catalunya.

En la meva modesta opinió, una de les potes importants de la taula de negociació hauria de ser el grau de pluralisme de l'Estat en l'acceptació del desenvolupament i l'autonomia de les nacionalitats que configuren Espanya. I fer-ho en clau de subsidiarietat federalista en pro d’una Europa unida.

Maria Àngels Viladot és psicòloga social i escriptora

Els limits planetaris i els millonaris

Quan es tracta del benestar humà allò que realment importa no és créixer sense aturador (com a mínim no en els països rics) sinó la distribució dels ingressos i recursos.

Aquest article també està disponible en castellà.

 Vivim immersos en una economia que s’organitza al voltant del creixement perpetu  i  que mesurem amb el PIB. Durant molts anys s’ha dit que necessitem avançar per millorar la vida de les persones. Però l’augment del PIB està provocant un col·lapse ecològic;  les dades sobre la brutal sacsejada ecològica són tan clares que els experts estan demanant als governs que abandonin el creixement com un objectiu econòmic.  

Quan es tracta del benestar humà allò  que realment importa no és créixer sense aturador (com a mínim no en els països rics) sinó la distribució dels ingressos i recursos.  I ara mateix estan repartits d’una manera escandalosament desigual.  Als Estats Units, per exemple, l’ l′1% més ric té gairebé el 40% de la riquesa de la nació.  El 50% inferior no té gairebé res: només el 0,4%.  A nivell mundial és pitjor: l’ l′1% més adinerat té al voltant de la meitat de tota la riquesa del món. En terme d’ingressos acapara gairebé una quarta part del  PIB mundial: més que el PIB de 169 països, una llista que inclou Noruega, Suècia, Suïssa, Argentina, tot l’Orient Mitjà i tot el continent d’Àfrica. També el 5% més ric està en possessió  de no menys del 46% de l’ingrés global.  En altres paraules, la meitat de tota l’activitat econòmica planetària (totes les fàbriques, indústries, centrals elèctriques, mines,  transports...  —i amb tot l’impacte ecològic associat) beneficia als rics.  Una petita part de la humanitat es carrega l’atmosfera de la que tots depenem. Sense anar més lluny, degut a aquestes emissions, la contaminació de l’aire causa un miler de morts a l’any a Barcelona.

És de calaix que tant els  multimilionaris, com els milionaris, no només consumeixen més coses sinó que aquestes coses xuclen molta més energia: cases enormes, cotxes grans, jets privats, negocis ... vols en primera classe, vacances de llarga distància, importacions de luxe, etc.  I fan inversions en indústries expansives que sovint són ecològicament destructives, com els combustibles fòssils i la mineria. Com diu Thomas Piketty, un dels experts mundials en desigualtat i clima,  els multimilionaris, i els milionaris, són incompatibles amb els límits planetaris. D’altra banda, l’excés té una altra part subtilment perversa, destructiva: crea pressió psicològica en les persones per guanyar i comprar més; i no per necessitat, sinó perquè volen apropar-se als hàbits de consum de les més adinerades només per sentir que també elles gaudeixen d’estatus.

Quan es tracta del benestar humà allò que realment importa no és créixer sense aturador (com a mínim no en els països rics) sinó la distribució dels ingressos i recursos.

Un estudi de la Universitat de Warwick diu que la gent que viu en societats molt desiguals compren més marques de luxe,  més que la que viu en societats més igualitàries.  Compren compulsivament per sentir-se millor amb elles mateixes; un veritable parany perquè el punt de referència sempre quedarà lluny del seu abast.  Aquesta cadena de consum induïda per l’ansietat genera un dany ecològic extraordinari. En canvi, a mesura que les societats es fan més igualitàries, les persones es tornen més felices, menys ansioses i estan més satisfetes amb les seves vides.  Se senten més solidaries amb els seus veïns i companys i menys pressionades per buscar ingressos cada vegada més alts i béns d’estatus glamurós. 

La igualtat ajuda a alliberar les persones de la cursa eterna del consumisme.  És per això que els investigadors troben que les societats més igualitàries produeixen un impacte ecològic significativament inferior.   Dinamarca n’és un exemple. Pel fet que aquest país és més igualitari que la majoria dels altres països de renda alta, la gent compra menys roba i la conserva durant més temps que els seus homòlegs d’altres llocs.  I les empreses gasten menys diners en publicitat perquè la gent no està tan interessada en compres de luxe innecessàries. Una societat amb grans desigualtats acaba produint un perjudici ecològic, una “tempesta perfecta” conseqüència de la suma dels excessos dels que tenen molt i no els ve d’aquí i dels que tenen molt poc però es volen “posar a l’alçada” dels rics.   I a l’inrevés, una societat més igualitària permet conservar la Terra  en els límits ecològics sostenibles.

Res del que he dit és, evidentment, senzill d’abordar i resoldre i no voldria semblar una radical dogmàtica però haurem de començar a pensar on és el límit de tot plegat.  Podríem començar per definir  el concepte d’ “ingressos excessius” ( ja que destrueixen l’ecologia de la que depèn la nostra civilització).   I per determinar en quin punt cal prémer el pedal del fre.

El sello del silencio

Se estima que el exceso de ruido ha producido 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de cardiopatía isquémica.

Maria Àngels Viladot Writer, PhD in Social Psychology

Me viene a la memoria una anécdota sobre mi hijo. Dormía con tapones en los oídos. Y no porque el piso fuera ruidoso. Era silencioso y soleado. Y eso que estaba en el centro de la ciudad de Barcelona, donde el rumor del ruido nos ataca con unos 70 decibelios constantes. Me imagino que, de este modo, taponando sus orificios auditivos, se empapaba del pálpito del silencio.  De hecho, me parece que todavía los usa. En el campo dejaba de ponérselos porque, allí, no los necesitaba.  A pesar del gozo y la plenitud que el silencio nos regala, a mí me parece que, en general, se le teme; el silencio es uno de los grandes desconocidos de la humanidad occidental y occidentalizada y, por ello, inspira pánico. No hemos aprendido a sentirlo; no sabemos aprehenderlo, escucharlo. Nos remite a la oscuridad, a la experiencia de la soledad; quiero decir, al hecho de sentirnos solos y abandonados. Nos hemos habituado a vivir entre el fragor del tráfico, el aullido de las alarmas y las sirenas de los bomberos y la policía; entre el martilleo de las obras y el zumbido del aire acondicionado... con el espantoso ruido de los aviones del aeropuerto de Barcelona, por poner un ejemplo, profanando las playas de Castelldefels, colindantes a la ciudad. El ruido persistente ensucia a las ciudades, las daña con una epidemia de estrés, de insomnio, de ansiedad y enfermedad.La civilización malentendida, lucrativa a mansalva para algunos y destructiva para toda la humanidad, es una de las grandes paradojas.En plena pandemia, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicó un informe demoledor, El medio ambiente en Europa: Estado y perspectivas 2020: 113 millones de personas sufren en nuestro continente los efectos de la contaminación acústica. España es uno de los países más ruidosos y supera la media europea con el 24,8% de la población expuesta al sonido del tráfico rodado. Se estima que el exceso de ruido ha producido 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de cardiopatía isquémica (estrechamiento de las arterias de corazón), además de alteraciones en los sistemas cardiovascular y metabólico, trastornos graves del sueño, episodios de ansiedad y estrés, y deficiencias cognitivas en los niños. Es posible crear espacios donde los sonidos naturales sean nuestros invitados de honor.Confinados nuestros cuerpos en casa debido a la pandemia del covid-19, el ruido no alcanzaba, en la mayoría de las ciudades, los 55 decibelios. Se atenuó de golpe. El bramido del monstruo urbano dejó paso a una repentina quietud y el aire quedó impoluto de contaminación. Los beneficios para la vida diaria fueron indiscutibles. En Barcelona, ​​sin ir más lejos, los niveles sonoros bajaron más de 9 decibelios. En Lleida, la presión acústica disminuyó hasta ocho veces y la percepción sonora aumentó un 14%. No creo que nadie pueda olvidar las imágenes publicadas de ejemplares de los los más variopintos animales paseando a sus anchas por las calles de ciudades y pueblos. El silencio se adueñó de todos los espacios abiertos; usurpó las calles y el alma aturdida de la gente. No es este el silencio que queremos. No deseamos el silencio del miedo; de la muerte que nos acosaba. Sin embargo, la sensación de oír los propios pasos al caminar, la sensación tan profunda de silencio, sus virtudes psíquicas y físicas, ha sido tan impresionante que debería llevarnos a reflexionar sobre su necesidad. Una necesidad que ya forma parte del gran cambio que se está generando a escala global con el objetivo de crear e impulsar ciudades más verdes, donde las piernas, la bicicleta y el transporte público eléctrico sean los vehículos prioritarios. Y, en último término, el coche eléctrico. Actualmente, en las calles de Barcelona, así como en las de otros muchos pueblos y ciudades, se están creando nuevos carriles para bicicletas restando espacio a los coches y esto representa un nuevo avance de lo más positivo.En esta segunda quincena de julio el coronavirus de las narices ha vuelto a mostrar sus garras. Ni que decir que me he recluido en mi caparazón. El hecho es que he leído de un tirón el libro One square inch of silence de Gordon Hempton, el ecologista acústico y grabador de sonido galardonado con un Emmy, también conocido como el mejor «rastreador de sonido» del mundo. Durante los últimos 30 años, este personaje, único y carismático, ha dado tres veces la vuelta al mundo armado con un micrófono en busca de sonidos puros de la naturaleza. En las Olympic Mountains, a un paso de Seattle, creó hace unos años la simbólica One Square Inch of Silence, una especie de oasis de tan solo 30 decibelios; un paréntesis en el mundo estrepitoso de hoy.  No hace mucho, Hempton cruzó Estados Unidos de costa a costa en un inaudito cross country, captando todos los sonidos autóctonos durante el viaje y escribiendo sobre la marcha un apasionante tratado de geografía acústica. Su archivo sonoro incluye algunos de los sonidos más ricos y complejos del planeta: una colección de «retratos sonoros», como él los llama, incomparable. Probablemente hayan escuchado algunos de estos sonidos en series de televisión, películas, museos... Gordon Hempton ambiciona detener el avance del sonido humano que daña el paso de nuestra vida por el planeta. Lo que ahora más me interesa resaltar es el proyecto que apadrina sobre una red mundial de parques de silencio urbanos.El movimiento Quit se suma al movimiento Slow iniciado en los años ochenta del siglo pasado. El movimiento Quit tomó impulso el Día de la Tierra del año 2018 con la inauguración del primer parque de silencio en una zona natural, en el río Zabalo, en Ecuador, en plena Amazonia, con la congratulación de la comunidad indígena del lugar. El Día de la Tierra del 2020 (en Cataluña se celebra el día 18 de abril) el proyecto dio un salto cualitativo importante con el reconocimiento del primer parque de silencio urbano en Yangmingshan, en las afueras de Taipei y con el apoyo del Gobierno de Taiwán. En Europa, Suecia lleva la delantera con cinco parques de silencio proyectados en Estocolmo. Se estima que el exceso de ruido ha producido 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de cardiopatía isquémica.Es evidente que en los parques urbanos la quietud natural es imposible. Pero podemos potenciar o crear lugares donde el estrépito de la ciudad se transforme en murmullo sordo, casi imperceptible. Es posible crear espacios donde los sonidos naturales sean nuestros invitados de honor. También áreas cercanas a la ciudad sin estructuras humanas a la vista y donde los ciudadanos puedan respirar sumergidos en la naturaleza. En cualquier caso, el objetivo del movimiento Quit consiste en descubrir y fomentar los beneficios del silencio; la meta es construir inicialmente una red de 50 parques de silencio urbanos. Ciudades como Nueva York, Londres o Portland se han sumado al plan. También Doñana figura en la lista de los 262 sitios potenciales por su diversidad bioacústica, aunque —según nos dice Gordon Hempton— serían necesarios unos cambios en el uso de la tierra para que pudiera conseguir el certificado correspondiente. Extender el sello de silencio a los barrios, en todos los emplazamientos donde los humanos vivimos en comunidad. Y mucho más importante es entender y difundir el programa Quit Youth: no se trata tanto de enseñar el valor del silencio en las escuelas, en la familia o bien en los centros recreativos como el hecho de que descubramos, desarrollemos y preservemos nuestra propia conciencia sensorial. De que la escuela la potencie des de los primeros años de la infancia. Hay mucho trabajo por hacer. Cada uno desde su ámbito. Movimiento Slow, movimiento Ugly food (para más información pueden leer mi artículo Vegetales discriminados: ‘the ugly food’El HuffPost, 05/05/2016), movimiento Quit, programa QuitYouth, un conjunto de corrientes revolucionarias entrelazadas entre sí y que tienen el mismo ideario: hacer de la Tierra un paraíso donde todos quepamos, donde los humanos podamos vivir con dignidad y sin enfermarnos a nosotros mismos. Este propósito no debería ser simplemente un ideal, sino una meta ineludible. Un conjunto de movimientos que, sin duda alguna, están estrechamente enraizados en la lucha para frenar el cambio climático. 

Diari d'un confinament

DIARI D’UN CONFINAMENT

Bellcaire d’Empordà, març / abril de 2020

      

Dissabte, 21 de març, 2020 (primer dia del diari)

       Som a 21 de març. Ja és primavera. La vaig detectar el dia de Sant Josep en les poncelles a punt d’esclatar i en les fulles noves, amb aquell verd lluent que sembla dir-nos "Fixeu-vos només en mi, soc el protagonista!". Però avui el matí s’ha aixecat enfonsat en una nuvolada grisa que no em deixa respirar. Seria absurd no reconèixer que estic trista. Em puc mentir a mi mateixa, però no pas als qui em coneixen. Se’m veu d’una llegua lluny. No hi deu haver res més emprenyador per als altres que algú que exhala aquest to soporífer que m’envaeix. Decepció, desencant, engany, ràbia... No trobo l’antídot per combatre’l.

       Una tristesa profunda, ombrívola, per tot i per res. Per tot i pels centenars de morts de cada dia. Per tot i per no saber-me avenir de com hem arribat fins aquí. Sí, aturem-nos. No és una advertència. És un crit desesperat d’angoixa.

       Potser estic confonent la tristesa amb el pessimisme? Potser sí, en part. És clar que estic trista, trista i, a més, soc pessimista de mena quant al futur de la humanitat. Sabrem vèncer els inexpugnables depredadors? Tant de bo. En qualsevol cas jo no ho veuré i, quan hi penso, m’atrapa l’angoixa del present i del futur dels meus fills i nets, a través dels quals veig tots els joves, tots els petits. El pànic d’això m’acosta més a la vida, a viure-la intensament. I si tinc por de l’hecatombe apocalíptica és perquè m’agrada viure. M’agrada la vida. Però quina vida? Aquesta és la meva pregunta constant. Ahir vaig anar al supermercat i, per sobre de les prestatgeries que no arribaven al sostre, en una dansa serpentejant per escapolir-nos els uns dels altres amb mascaretes i guants d’un sol ús, espiava els carros dels passadissos paral·lels plens a vessar d’hamburgueses en envasos plastificats, o d’ampolles de Coca-Cola a punt d’estimbar-se, o de rotllos per eixugar-se el cul amuntegats en equilibri malabarista. M’ha semblat tan indecent que llavors ha estat quan el pessimisme m’ha envaït i quan les ganes de viure han revifat davant la impotència, ni que sigui per contrarestar en mi mateixa aquesta deixadesa moral i cultural. El cor se’m ressent de tal manera que m’arrapo a la vida.

Diumenge, 22 de març

       Diuen que la tristesa ens roba el plaer, que en la tristesa es perd l’interès per tot. Doncs no és cert. Avui he estat immensament feliç ballant a la terrassa amb el Lluís, abraçats a ritme de Simon & Garfunkel. En un moment determinat de la nostra dolça abraçada, les campanes han començat a bramar per cridar a missa de dotze. I llavors, l’única rosa que ahir va florir m’ha semblat d’una bellesa gràcil preciosa. Els lliris liles eren fosforescents i, en un desfici d’alegria i plenitud, volien ballar amb nosaltres al compàs de la música i la cridòria del campanar.

            

Dimarts, 24 de març, 2020

       Portem deu dies confinats a Bellcaire d’Empordà, obligats, sí o sí, per la Clara. Com si el món hagués desaparegut. L’Skype ha estat el nostre aliat per contactar amb els nostres fills i nets. L’Skype i el WhatsApp. Podré resistir el temps que ens queda de confinament sense tocar-los? Sense abraçar-los? Sense sentir les seves olors, la fressa dels seus petons a les galtes? No en tinc més remei. Quan s’aixecarà la veda? Falten mesos. Pateixo per ells. Creuem els dits.

       Com diu O. Henry, en un dels seus meravellosos contes "la vida és feta de sanglots, sospirs i somriures, amb predomini dels sospirs".

       Aquesta tarda hem jugat a enfonsar vaixells. A una banda de l’Skype, a Barcelona, els nostres nets Biel i Guillem, la nostra filla Clara i la Lucy, la babysitter americana que viu amb ells. A l’altra banda, el Lluis i jo. El Guillem, que és molt competitiu perquè tot ho ha de fer bé (és un retret que li faig), estava encantat d’haver-nos guanyat. Són dues preciositats. Es porten molt bé.

       La Clara, com a metge, se la juga a l’hospital cada dia. Em comenta coses com ara que tots els sanitaris aniran caient com mosques, o sigui, es contagiaran, i jo em crispo. Si a Catalunya hi haguessin tantes UCIS com a Alemanya no hi hauria tants morts. Les dades que he elaborat (dades extretes de fons absolutament fiables) ho diuen tot: a Alemanya la taxa de letalitat és del 0,27%. A tot Espanya, la taxa de letalitat és del 5%. I a Catalunya també al voltant del 5%. Aquesta taxa representa la proporció de morts respecte del total de persones diagnosticades. Alemanya té 82 milions d’habitants i 25 000 UCI: una UCI per cada 3280 habitants. Catalunya disposa de 600 UCI i som 7,4 milions d’habitants: una UCI per 12 335 habitants. Alemanya té 4 vegades més UCI que Catalunya. Us sorprèn la diferència pel que fa a la letalitat? L’any 2012, el govern d’Artur Mas va rebaixar el pressupost del Departament de Salut de 9624 milions d’euros a 8172 milions d’euros. Els darrer 9 anys (2010-2019) la Generalitat ha augmentat el seu pressupost un 4,6%. Tenim més diners, però durant el mateix període va decidir reduir el pressupost en sanitat un 10,1% (dada extreta de Josep Maria Puig, Secretari General de Metges de Catalunya). Aquesta retallada ha generat un augment de la població que opta per afiliar-se mútues privades. Això s’anomena "privatització de la Sanitat". Vol dir despullar els hospitals públics de recursos i pagar sous misèrrims. M’indigna enormement.

        Després trucaré a Colòmbia i podrem xerrar amb els altres dos baldufes en confinament, el Martín i el Víctor, dues preciositats més que omplen de joia i bellesa la nostra vida, quan aquesta es desmunta. I amb el nostre fill, el Bernat i la seva dona, l’Elva. És extremament difícil explicar com mossega la llunyania en aquestes circumstàncies tan incertes i cruels. No sé explicar-ho. No en sé.

       Estic convençuda que l’estranyesa i l’aura de surrealisme i malson ens han atrapat a tots. I, quan dic tots, hi incloc també els infants, els nens i les nenes. La majoria no deu entendre gairebé res, només allò que els expliquen amb paciència, pedagogia i amor (en el millor dels casos) els seus pares o cuidadors. La processó els va per dins.

 

Dimecres, 25 de març, 2020

       Aquests dies, en Lluís ha anat un parell de cops a la botiga de queviures del poble. Guants d’un sol ús i mantenir metres de distància (amb la venedora i els clients) són la canterella que, de cop i volta, ha passat a formar part com a leitmotiv de l’estranya cançó de la vida. Al colmado no hi havia ningú més: ell i la botiguera amb mascareta. Quan arriba a casa, deixa les sabates i l’abric a l’entrada. Es renta les mans a consciència, es canvia de roba i plegats desinfectem els embolcalls de la compra. Les peces de fruita, les verdures... El que sigui. Veig el bitxo assetjant-nos per les cantonades. L’ataco amb el lleixiu. Aquí i allà, on se m’acut. Fa tanta pudor, el lleixiu. Em recorda la sentor de les estovalles d’hule d’alguns restaurants dels quals solia fugir només posar-hi el peu. Però, ara, després d’uns quants dies de polir aixetes, mànecs, rajols i terres, gairebé m’agrada. No, no és cert. Només me n’intento convèncer. Reconciliar-m’hi, com qui no fa la cosa. Mirar de veure el que té de bo en aquests moments tan tràgics. Quina importància té la seva espantosa olor? Cap ni una.

Dijous, 26 de març

       Quan surto al jardí m’adono que el silenci humà és sepulcral. La més mínima remor humana ha desaparegut de l’entorn. Com si ens haguéssim aixoplugat en un lloc inert, mort per una hecatombe. Només l’esclat de la primavera en les flors, el cant dels ocells, tan innocent i fresquívol, el frec de les fulles als arbres, la fressa suau de l’aire em xiuxiuegen que hi ha vida. Que no estem sols. Escolto el toc sec de les campanes de l’església amb un plaer desconegut. Em comuniquen les hores i no me’n perdo ni una. Però, no, no hi ha ningú allà al campanar que les faci sonar. És l’automatisme d’un mecanisme programat. Estem envoltats de pedra mil·lenària i porticons entretancats. No sé si dins d’aquestes unitats algú respira. No ho veig, no ho sento. Vida amagada.

       Què puc fer immersa en aquesta merda de confinament? Demà faré com el bon amic Jaume Ribera: un esmorzar suculent de torrades amb mantega i melmelades (segons ell, una mica de llamàntol li escau d’allò més, no tant el cava que, com a mi, no li acaba d’agradar) i un bon cafè amb llet. Després un bon llibre i, en acabat, una pel·li ben escollida. Tot això ja ho faig, però ara ho faré encomanada no pas del virus dels nassos sinó de l’ànim d’optimisme i humor amb què cal encarar-se als desastres. Com viure, si no?

       Acabo de rebre l’adreça electrònica d’una persona de l’Ajuntament de Barcelona que em donarà una llista de telèfons de gent gran: els trucaré per saber si estan bé, si necessiten res urgent i amb el desig de donar-los una mica de caliu. Estic contenta.

Divendres, 27 de març

       De tant en tant sento un dring que m’arriba del mòbil. A hores d’ara ja ni em pregunto quina mena de notícia nova hi trobaré. Ni m’aixeco del sofà de forma precipitada a la recerca d’una injecció d’optimisme. Sé que no m’espera cap alegria. Cap felicitat ni cap goig. Tot ho veig blanc o negre. No hi veig alternatives, ni colors intermedis com el gris. Quin goig podria significar una davallada en el nombre de morts i d’infectats? Cap. L’alegria seria que no n’hi hagués. Però això és impossible. Avui, com ahir, no soc capaç de valorar els matisos positius de cap millora. Es moren tantes persones injustament... Milions cada dia, i després d’un patiment cruixidor. Una xifra que cada dia infla un globus i el rebenta. I per un bitxo nanomètric que, qui ho hauria de dir, ens colonitza indemne. És un cínic, un avantatgista, que està fent el que vol amb nosaltres, ens controla, tan vanitosos i omnipotents.

       Acabo de parlar pel mòbil amb la meva filla Clara. Està desfeta. L’Hospital del Mar està destinat gairebé en la seva totalitat a atendre els malalts infectats. El servei d’oncologia ha quedat reduït de trenta metges a tres. Ella és un d’aquests tres oncòlegs en peu de guerra. La feina és ingent. Els altres oncòlegs del servei estan enfrontant-se a aquesta mena de bitxo repugnant. La UCI està absolutament col·lapsada, els passadissos plens de lliteres amb malalts gravíssims. Els sanitaris estan exhausts. No poden parar ni un moment i quan acaben el seu torn fan mindfulness, meditació, però cap estratègia pot apaivagar l’estrès i l’angoixa espantosa que tenen. Sí, està desfeta de malestar, d’incertesa, d’ansietat , de pressió, de pena. Esgotada. I quan arriba a casa troba els seus dos vailets que l’estan esperant amb delit. Ha d’estar contenta i vol estar-ne més que res en el món però, a vegades, no pot baixar dels núvols, no pot desprendre’s de les imatges espantoses que, dia rere dia, l’estenallen. Però allà, a casa, estan els seus petits que la reclamen. I ella vol estar amb ells, perquè amb ells és feliç. I perquè la necessiten, és clar. Però hi ha un bitxo repugnant que se li endú el cap. I ella vol jugar i fer el sopar per les seves baldufes que tenen tantes coses per explicar-li dels seus deures de l’escola, dels seus jocs, de les seves lectures i dels seus iPads. Necessita descansar, però ja ho farà després de seure a taula per sopar. Ja ho farà quan els haurà explicat un conte o una història bonica perquè s’abandonin suaument al son nocturn. Sort té de la Lucy, la babysitter que viu amb ells. Una noia encantadora.

       Sí, acabo de parlar amb la Clara, i nosaltres aquí confinats amb la terrible angoixa d’haver d’estar de braços plegats. No puc fer res més que fer de paret, de contrafort, de contenció perquè descarregui el seu pes emocional en les meves espatlles que ja comencen a corbar-se. Li dic que el virus se me’n refot, que vull baixar a ajudar-la i ella em renya: que no, que està prohibit i, a més, no volem veure’t a la UCI. I llavors baixo dels llimbs i soc conscient que, més que no pas una ajuda, seria una preocupació més, una nosa terrorífica. És insuportable. Ella a les trinxeres salvant vides, tot jugant-se la seva. I jo i el Lluís confinats a casa com uns imbècils inservibles. No sé si demà tornaré a mirar el cel només llevar-me. Em sembla que li escopiré.

Dimarts, 31 de març, 2020

 Em truquen des de l’Skype. És el meu net gran, el pre-púber, que vol jugar a enfonsar vaixells. Tota una batalla naval. ¿Com estàs?, li pregunto. “Avorrit”, em diu. I sento en segon terme la veu de la seva mare: “a vegades, avorrir-se és bo”.  De moment em quedo perplexa. Però de seguida penso que, clar,  no és un avorriment apàtic per manca de motivació sinó un avorriment contextual degut al confinament; que els petits estan tips d’estar tancats a casa.  Que no és que no tingui res a fer, sinó més aviat que no té res a fer que el sedueixi en aquest moment. I així li ho dic.

       Tanmateix, m’ha cridat l’atenció la resposta sintètica  i plena d’encert de la seva mare. Ha estat l’estímul de tot un seguit de pensaments: avui, avorreix pensar, escoltar, meditar.  S’han de fer coses i quantes més millor. Li dic al meu net que la seva mare té raó. I fent servir paraules infantils li explico que quan s’avorreixi, desconnecti de tot i deixi vagar la ment sense la necessitat de buscar expressament cap esperó que el faci córrer. Que l’avorriment no és negatiu quan s’inverteix en observar amb atenció; quan s’ajunta a la reflexió sobre allò que veiem i contemplem.  

       Penso que no sabem avorrir-nos bé. Que els adults anem tan esbojarrats que no tenim temps per deixar que les coses ens parlin. Per oblidar-nos del desfici de les mil i una coses per fer i, a canvi, fomentar l’activitat contemplativa davant de la hiperactivitat absolutista pròpia de la societat del rendiment de què, amb eloqüència,  ens en parla  el filòsof sudcoreà Chul Hann.

       Li explico al meu net pre-púber que un avorriment profund, introspectiu, és necessari per a la creativitat. Que n´és el preàmbul. Que assaboreixi el “dolce far niente”; el plaer de no tenir res a fer.   Quan llegeixo m’agrada apuntar màximes dels autors i en tinc una que li escau a aquest article com anell al dit: deia Walter Benjamin: “l’avorriment és aquell ocell dels somnis que cova l’ou de l’experiència”. Per exemple, Cézanne era capaç de concentrar-se fins al punt que podia “veure les olors”. I tots coneixem les meravelloses pintures d’aquest geni.

       Em fixo que el meu net (a qui li reconec una ment privilegiada) m’està mirant amb atenció. Llavors em callo.

       Em diu: Què, àvia. Juguem o no al joc d’enfonsar vaixells?

 

Dimecres, 1 d’abril, 2020

        D'aquesta pandèmia en sortirem aclaparats. De pena i dolor. I molta gent (criatures incloses) tindran estrès pos-traumàtic que haurem d'atendre. Però també cal dir que els humans som molt resilients davant dels desastres. No només ho som sinó que el cop que estem patint és tan destructiu, tan fort,  que sospito que alguns (tant de bo fossin molts) es restabliran més enllà de la  resiliència i veurem allò que en psicologia anomenem "creixement post-traumàtic":  un canvi en les prioritats i un recobrament del suport de la espiritualitat: més introversió personal, més recolliment i menys extraversió desmesurada. Una revifalla de la col·laboració,  del treball conjunt, del fer coses entre tots. Una regeneració  de la pèrdua de creences i valors que ens despulla, que en deixa orfes, que ens converteix en dependents del consumisme (lifetime value).

       Però és clar, també sospito que el “creixement posttraumàtic” s’esdevindrà només en uns quants. Perquè  la reacció davant dels traumes depèn molt de les circumstàncies personals i de la pròpia personalitat. Molts seran resilients i amb poc temps retornaran als seus nivells basals psicofisiològics;  altres s’ensorraran i costarà remuntar-los i finalment altres sortiran dels seus confinaments com feres de una gàbia, a menjar-se el món.  En qualsevol cas,  els problemes financers de la gent seran gravíssims. Uns perdran més que altres i, com sempre, els que menys tenen perdran més. I sens dubte ens n’haurem d’ocupar.

       Ens omplim la boca amb els principis tan fantàstics de la nostra societat envers el altres. A veure si és veritat o potser és tan sols hipocresia, pura i dura. En un missatge personal el catedràtic d’Economia i Història Econòmica de la UAB,  Joan Martínez-Alier (“Demà serà un altre dia” és el títol del seu últim llibre) em deia que necessitem més ecologia, menys viatges, més sanitat pública, més bona alimentació, menys creixement econòmic sense límit. I jo hi afegeixo, convençuda que ell pensa el mateix,  més ajudar els qui no tenen per viure. Els més oblidats. Actuarà Europa d’acord amb els seus valors fundacionals? 

 

 

 

        

 

Género y sexismo lingüístico

Artículo de Ute Gabriel and Pascal Gygax (2016) que he traducido del inglés al castellano:

 [Gabriel, Ute and Gygax, Pascal (2016): Gender and Linguistic sexismo.  En Howard Giles & Anne Maass (Editores), Advances in Intergroup Communication. New York, NY: Peter Lang Publishing.]

 

            Creo que vale la pena leerlo (como otros que iré colgando sobre este tema) porque proporciona muchos conocimientos y, por tanto, además de hacernos más sabios y sabias (!) en temas relativos a la comunicación entre los géneros masculino y femenino, nos dota de argumentos para contrarrestar las explicaciones de las personas que pontifican que, por ejemplo, el género gramatical no marcado de las lenguas indo-europeas (cómo el catalán y el castellano) no nos remite al género masculino.


Quien lo desee puede saltarse el "Resumen" y la "Teoría de la auto-categorización" (es una teoría de psicología social) e ir directamente al tercer punto: "La gramaticalización del género". Es una sugerencia dirigida sobre todo a los no psicólogos sociales. También podéis obviar las “Conclusiones” y centraros, por tanto, en los puntos centrales del artículo.

 

Resumen

El lenguaje, como vehículo de representaciones, puede resaltar, acentuar o incluso difuminar los límites entre grupos. Esta idea es ilustrada por los géneros gramaticales y el uso normativo de términos masculinos en los idiomas generizados (con conciencia de género) que, a pesar de que potencialmente guardan un significado general en cuanto al género, conduce a una invisibilidad femenina demostrada empíricamente, e incluso a la exclusión de la mujer en las representaciones de género. La mera existencia de marcadores de género semánticos (por ejemplo, en francés "doctoresse”) o semánticos (llamar a un doctor "doctora ") activa las categorías de género, sugiriendo que el género es relevante incluso cuando no lo es, perpetuando así las diferentes expectativas y los estereotipos de género.

       Por consiguiente, en este capítulo abordaremos el problema de la "gramaticalización del género" desde la perspectiva de las relaciones intergrupales. Usando la teoría de la identidad social, y más concretamente la teoría de la auto-categorización (Turner, Hogg, Oakes, Reicher, y Wetherell, 1987), deducimos que la gramaticalización del género contribuye fuertemente a la saliencia o accesibilidad de la categoría social "género". En relación a esto, nosotros consideramos que el uso dual de formas gramaticalmente masculinas para referirse tanto a las personas en general (formas genéricas) como a los hombres en particular (como formas de género especifico) es un reflejo de las jerarquías entre grupos y ayuda a definir los límites entre los mismos de una manera que perjudica a las mujeres.

       Nuestra investigación complementa los trabajos previos aplicando la teoría de la auto-categorización a efectos de la comunicación generizada (por ejemplo, Palomares, 2004, 2012), ya que no nos centramos en las consecuencias comunicativas de la identificación mediante un género, sino en cómo las características particulares de un idioma ayudan a convertir a dicho género en una categoría, demarcando los limites intergrupales a fin de incluir o excluir a las mujeres en el discurso general y promover u obstaculizar la participación de las mujeres en áreas específicas.

Como punto de partida para nuestro argumento, presentamos los conceptos de auto-categorización y gramaticalización del género. Demostramos cómo estos pueden presentarse entrelazados y discutimos la evidencia empírica reciente a la luz de este nuevo enfoque. Luego, nos centramos en el uso asimétrico de las formas gramaticales del género, algo frecuente en muchos idiomas generizados, y en sus consecuencias para la invisibilidad generalizada de la mujer en el discurso, así como para el sentido de pertenencia de los individuos.

       En este contexto, discutimos la neutralización y la feminización como enfoques lingüísticos para hacer frente a las consecuencias negativas de la gramaticalización del género, algo que ha sido promovido por instituciones políticas reguladoras del lenguaje. Y concluimos describiendo las direcciones de investigación fijadas.

 

TEORÍA DE LA AUTO-CATEGORIZACIÓN

El capítulo 1 de este volumen (ver Giles y Maass) describe la notable influencia de la teoría de identidad social (por ejemplo, Tajfel y Turner, 1986), adaptada y ampliada dentro del campo de la comunicación por Giles, colegas y otros, en la investigación de los procesos psicológicos sociales que subyacen en la conducta grupal. La teoría de la auto-categorización (Turner et al, 1987; Greenaway, Peters, Haslam y Bingley en este volumen), que se encuentra enmarcada a su vez dentro de la amplia teoría de identidad social, postula que los actos de auto categorización cognitivos de los individuos proveen el fundamento psicológico para los procesos grupales. Turner y sus colegas (1987) sostienen que las representaciones cognitivas del "yo mismo" toman la forma de auto categorizaciones con al menos tres niveles de abstracción que son relevantes para el concepto social de uno mismo: las auto categorizaciones basadas en la identidad de uno como ser humano, la auto categorizaciones que definen a uno mismo como miembro de ciertos grupos sociales (y no de otros), y las auto categorizaciones basadas en la diferenciación de uno mismo respecto a otros miembros del grupo de pertenencia. Se cree que las formas en que solemos categorizarnos a nosotros mismos (junto con el contenido de esa categoría) afecta nuestras experiencias y comportamientos sociales, por lo que la pregunta sobre cuáles son los factores que determinan cuál de nuestras auto categorizaciones latentes se convierten en salientes en una situación dada es central para el tema de la identidad social. En pocas palabras, la teoría de la auto-categorización postula que la saliencia de una categoría es producto de la interacción entre la accesibilidad relativa a una categoría en una situación dada, y el ajuste entre el contexto y las características de dicha categoría. La accesibilidad de una categoría (es decir, la predisposición individual a utilizarla) no sólo depende de las expectativas o necesidades actuales de la persona, sino también de sus experiencias anteriores (Turner, Oakes, Haslam, y McGarty, 1994).

Un elemento central de este capítulo es la noción de que la auto-categorización despersonaliza la auto-percepción, lo que lleva a las personas a inscribirse en categorías que generan un sentido de pertenencia y suscitan procesos mentales y comportamientos que se ajustan al prototipo de los elementos del grupo; en otras palabras, la auto-categorización motiva a las personas a estereotiparse (Hogg y Reid, 2006).

 

       Los medios por los cuales las auto-categorías se generan o construyen son un elemento fundamental para entender el concepto de auto-categorización. En este capítulo argumentamos que la gramaticalización de género contribuye a la saliencia  (siguiendo la terminología de la teoría de la auto-categorización) del género como categoría mejorando el acoplamiento entre el lenguaje utilizado y las categorías de género (porque el lenguaje es un material de estímulo que contiene información sobre el género) y aumentando la disposición de una persona para utilizar el género como una categoría dándole mayor sentido o relevancia (uno está más predispuesto a acudir al uso del género, ya que esta información es necesaria en la elaboración del discurso).

 

GRAMATICALIZACIÓN DEL GÉNERO

Los sustantivos y pronombres que hacen referencia a los seres humanos pueden contener información sobre el género. En todos los casos (o al menos en la mayoría de ellos), el sexo de la persona mencionada se codifica semánticamente o lexicalmente. En otras palabras, el sexo del referente constituye parte del significado de la palabra. Por ejemplo, en inglés, las palabras queen y she se refieren a una persona de sexo femenino, mientras que King  y he aluden a una persona de sexo masculino. Del mismo modo, las palabras "Catwoman" y "Spiderman" se refieren inequívocamente al sexo de sus referentes. La codificación semántica del género opera de una manera similar a la codificación semántica de otras categorías en los sustantivos, como los que se utilizan para referirse a grupos de edad (bebés, niños, adultos), orientación sexual (lesbiana, gay, heterosexual) (véase Fasoli, Maass, y Sulpizio, en este volumen) o apariencia física (gigante, enano). Sin embargo, el género de los referentes humanos también puede ser codificado gramaticalmente.

       Un lenguaje es considerado como lenguaje de género gramatical si las palabras relacionadas con los sustantivos deben estar gramaticalmente acordes con la forma del sustantivo. Esta concordancia es la esencia de los sistemas de géneros gramaticales (Corbett, 1991). Los sistemas de género pueden estar compuestos por dos, tres o más géneros gramaticales, y pueden estar basados en el sexo (o en la distinción entre lo humano/no humano o lo animado/inanimado). De hecho, 112 de las 257 lenguas (44%) incluidas en el Atlas Mundial de las Estructuras del Lenguaje (Wals, Dryer y Haspelmath, 2013) poseen un sistema de géneros y, en 84 casos, este sistema se basa en el sexo. En los sistemas de géneros basados en el sexo, la asignación del género para los seres animados normalmente refleja el sexo del referente (por ejemplo, Regarde la danseuse en francés [Mira la bailarina]) en lugar del sexo de quien habla (en el ejemplo anterior, tanto los hablantes masculinos como femeninos usarían la misma forma; no obstante, ver Dunn (2014) para ejemplos de lenguajes que marcan el género del hablante). En Inglés, el género se especifica sólo en los pronombres personales, haciendo de este idioma un raro ejemplo de un sistema de géneros pronominal (Corbett, 1991); además, visto que los pronombres hacen referencia al sexo de los referentes humanos y que casi todas los entes no humanos son referidos como "it" (eso), el inglés ha sido descrito como un lenguaje de géneros naturales (Stahlberg, Braun, lrmen y Sczesnyg, 2007). Por lo tanto, se considera que el inglés ocupa una posición intermedia con respecto a la gramaticalización del género; el género no se gramaticaliza de la misma forma que en  los idiomas de género gramatical basados ​​en el sexo (como el francés o el alemán), pero, no obstante, se gramaticaliza con más frecuencia que en las lenguas que carecen de gramaticalización basada en el sexo (como el finés o el chino mandarín).

       La gramaticalización del sexo de los referentes tiene consecuencias. EL trabajo de Slobin (2003)

"Thinking for Speaking" sostiene que, debido a que las lenguas varían en cuanto a las opciones que ofrecen para la codificación gramatical, también varían en cuanto a la influencia que ejercen sobre los procesos mentales relacionados con la expresión lingüística. En el caso de los sustantivos ocupacionales (es decir, sustantivos que se refieren a actividades u ocupaciones), el alemán, por ejemplo, proporciona señales morfológicas y gramaticales para distinguir a los referentes de acuerdo a su género. Para describir un evento en alemán, por ejemplo, "el profesor ofreció una poderosa y memorable conferencia," el orador debe seleccionar entre "die Professorin" (la profesora) y "der Professor" (el profesor), mientras que en inglés, el orador no estaría obligado a indicar el sexo, pero podría añadir marcadores de género, por ejemplo: El profesor mujer o el profesor hombre.

En algunos idiomas no se puede evitar proporcionar información sobre el sexo de un referente. Por consiguiente, estos idiomas obligan tanto a los hablantes como a los oyentes a considerar (consciente o inconscientemente) el género de los referentes. Esto también se aplica a la lectura y escritura, aunque en el enfoque de "Thinking for Speaking" esto generalmente se discute dentro del contexto de la elaboración del discurso. Los lectores de lenguas generizadas basadas en el sexo, a diferencia de los lectores de lenguas no generizadas o no basadas en el sexo, pueden esperar razonablemente que el género de los referentes se encuentre codificado gramaticalmente y, por lo tanto, que pueda rescatarse desde el texto.

Un reto para los idiomas que tienen un sistema de géneros basado en el sexo es el de determinar qué género gramatical se debe utilizar en los casos en que el género de los referentes no se conoce o es irrelevante, o cuando se trata de un grupo de género mixto. Ante este problema, existen diferentes soluciones posibles. Una de ellas es el uso de los pronombres epicenos (por ejemplo, el pronombre "they" en inglés) o sustantivos epicenos (por ejemplo, en francés “une personne” [una persona] se utiliza para referirse a hombres y mujeres por igual); otra solución es la invención de nuevas formas de señalar "cualquier género", como en el caso del pronombre personal en tercera persona "hen" en sueco (Gustafsson-Senden, Volver, San Lindqvist 2015), o la sugerencia del alemán sobre utilizar el sufijo -x como en la palabra "Professx" (profesor) (véase AG feministisch Sprachhande ln der Humboldt de Berlín Universitatzu [2014]).

       Una solución común en las lenguas indoeuropeas (para excepciones, ver Corbett, 1991) es el uso dual de las formas gramaticales masculinas. Si bien los nombres ocupacionales femeninos cuyos rasgos son marcados de forma gramatical y morfológica siempre indican que el referente es femenino, las formas gramaticales masculinas pueden utilizarse para indicar a referentes masculinos (significado específico), referentes masculinos y femeninos, o cuando el género es irrelevante (sentido genérico).

       Una consecuencia semántica de esta regla de significado dual es que las formas masculinas se vuelven ambiguas (lrmenScKurovskaja, 2010). Una consecuencia social es que se estaría implicando que el género humano por defecto es masculino, contribuyendo así a la invisibilidad de las mujeres en el discurso (Martyna, 1980). Por tanto, el uso de formas masculinas de forma genérica ha sido criticado debido a que relega a la mujer a un segundo lugar (es decir, es una práctica sexista), observación que es compatible con la amplia evidencia empírica de que la interpretación espontánea predominante de las formas masculinas es superior, haciendo menos probable que un significado genérico sea transmitido con éxito (Stahlberg et al., 2007). Además, cuando una persona considera el uso genérico de formas masculinas como algo problemático, en la mayoría de los casos esta percepción resulta ser inversamente proporcional al nivel de aprobación de dicha persona a las tendencias sexistas (Sarrasin, Gabriel, SL Gygax, 2012). En resumen, los requisitos para la especificación del género de los referentes varían entre los diferentes idiomas. Pero el punto de mayor interés para este capítulo es que las lenguas de género marcado requieren que el género de los referentes sea codificado gramaticalmente, y en la mayoría de estos idiomas (al menos en las lenguas Indo-Europeas) las relaciones jerárquicas del lenguaje se han implementado de tal manera que algunas formas (como por ejemplo, la forma masculina) tienen más de un significado y se utilizan para referirse a una persona cuyo sexo se desconoce o es irrelevante en el contexto, o bien para un grupo que incluye a personas de ambos sexos. Es precisamente debido a esta asimetría (por ejemplo, formas femeninas = mujeres, mientras que formas masculinas = hombres u otros significados)  en lugar de la simple existencia de los sistemas de géneros basados ​​en el sexo, que muchas personas califican a algunos idiomas como sexistas (véase también Stahlberg et al, 2007).

 

IMPACTO PERCEPTIVO Y SOCIAL DE LA GRAMATICALIZACIÓN

DEL GÉNERO

Como mencionamos anteriormente, sugerimos que la gramaticalización del lenguaje contribuye a la saliencia de las categorías de género en dos maneras diferentes: en primer lugar, cuando el sexo de los referentes humanos se caracteriza morfológicamente o fonológicamente la relevancia perceptiva del género se acentúa y, en segundo lugar, la necesidad de marcar el sexo de los referentes humanos hace que el género se convierta en una categoría significativa y contribuye a la sensibilidad general hacia el género. Este último argumento se basa en el postulado de que las lenguas de género basado en el sexo obligan al orador a prestar una atención rutinaria a la categoría de género de la persona o personas a las que se refieren. En resumen (y siendo todos los demás factores iguales), el género como categoría social debería salir a la superficie con mayor facilidad para los hablantes de lenguas de género basado ​​en el sexo que para los hablantes de otras lenguas. No hay que olvidar, sin embargo, que hablar un lenguaje de género basado en el sexo no es un requisito previo para la auto-categorización en términos de género, ya que existen muchas otras variables (no todas relacionadas con el lenguaje) que contribuyen a la saliencia de la categoría de género (es decir, las distribución real de los géneros, los rasgos de género perceptibles, tales como la vestimenta, etc.). Al evaluar las consecuencias de la gramaticalización del género en términos de percepción y correlación social hay que tener en cuenta que el lenguaje se aprende a través de interacciones sociales y, por lo tanto, es inevitable la influencia de factores sociales y culturales en el proceso de aprendizaje. Los hablantes de una lengua pueden diferir de los hablantes de otra lengua en otras variables culturales relevantes, aparte del lenguaje hablado. Algunos de los autores cuyas investigaciones presentamos en esta sección, han abordado esta cuestión centrándose en los hablantes bilingües (Dong, Wen, Zeng, 2014; Sato, Gygax, y Gabriel, 2013), mientras que otros han realizado comparaciones lingüísticas cruzadas, buscando reducir al mínimo o controlar la variedad observada dentro de la muestra (Chen & Su, 2010; Guiora, Beit-Hallahmi, Fried, Yoder, 1982; Wasserman y Weseley 2009).

 

¿Afecta la gramaticalización a la saliencia de las categorías de género?

Chen y Su (2010) y Dong y colegas (2014) pusieron en evidencia una diferencia entre el inglés y el chino, a saber:  que el inglés diferencia entre los pronombres femeninos y masculinos, mientras que el chino (al menos de forma oral) no lo hace.

Dong y colegas (2014) examinaron los errores en el género pronominal cometidos por un grupo de alumnos chinos con dominio del inglés, al ser expuestos a frases en este último idioma con pronombres que no coinciden con el género del sujeto, el cual fue especificado de forma previa (ejemplo: Mark (antecedente masculino) va al zoológico todos los días después del trabajo para observar a los animales y relajarse. Ella (pronombre femenino) considera que es la mejor manera de relajarse). En línea con la hipótesis de que los hablantes chinos rara vez procesan la información sobre el género del referente a través de mecanismos lingüísticos, los autores encontraron un efecto de paridad-imparidad (es decir, les toma mayor tiempo la lectura cuando el género del pronombre no coincide con el género del nombre que cuando sí lo hace) en los chinos cuyo segundo idioma es el inglés, pero solo cuando el antecedente (por ejemplo, Mark) que precede al pronombre fue presentado mediante una foto concordando con su género.

En una comparativa realizada sobre el desempeño de hablantes de chino e inglés, específicamente en las áreas de escucha (Experimento 1) y lectura (Experimento 2), Chen y Su (2010) descubrieron que estos respondieron con menos precisión a las preguntas relacionadas con el género que a las no relacionadas, mientras que la precisión en la respuestas de las personas de habla inglesa era independiente del tipo de pregunta. Por otra parte, las personas de habla inglesa respondieron con mucha más rapidez a las preguntas relacionadas con el género que a las no relacionadas, mientras que este no fue el caso para los chinos.

 

Sato y colegas (2013) investigaron los efectos de la información del género gramatical sobre los sustantivos en personas bilingües en francés (lenguaje de género basado en el sexo, es decir, donde los sustantivos son marcados gramaticalmente por el género) e inglés (donde los nombres no son marcados gramaticalmente por el género). Encontraron un efecto de transferencia en su lenguaje primario, en particular para los bilingües menos equilibrados en su segunda lengua: los hablantes de francés nativos interpretaron los nombres en inglés de acuerdo con las correspondientes marcas de género gramatical francés, mientras que los hablantes de inglés nativos ignoraron las marcas gramaticales del francés, ya que no están disponibles en inglés. Esto puede interpretarse como un indicativo de que la disposición para buscar marcadores gramaticales de género depende del nuestro lenguaje nativo o lenguaje principal.

Hace más de 30 años, Guiora y  colegas (1982) pusieron a prueba la habilidad de los niños de entre 16 y 42 meses de edad para categorizarse a sí mismos como individuos femeninos o masculinos. Todos los niños que participaron en el experimento eran monolingües, de idioma hebreo, (sistema de géneros basado en el sexo), el inglés (sistema de géneros pronominal basado en el sexo) o el finés (sin sistema de géneros). Más del 50% de los niños nativos en hebreo fueron capaces de clasificarse correctamente a sí mismos como femeninos o masculinos desde los 25-27 meses en adelante, mientras que la mayoría de los niños nativos ingleses y fineses no fueron capaces de hacerlo hasta alcanzar la edad de 34-36 meses. En conjunto, estos resultados proporcionan evidencia preliminar de que la gramaticalización del género influye en la facilidad con la que surgen las categorías de género en el discurso.

 

¿Influye la gramaticalización en el sexismo y en la igualdad de género?

Tan sólo conocemos dos estudios que han explorado el impacto de la gramaticalización del género en variables distintas a la predisposición y saliencia perceptual o lingüística; uno sobre el sexismo (Wasserman y Weseley 2009), y uno sobre la igualdad de género (Prewitt-Freilino, Caswell, ScLaakso, 2012). Este impacto no es evidente por sí mismo, ya que se podría argumentar que si bien la mera existencia de un sistema de géneros basado en el sexo puede ser interpretado como indicio de que una comunidad lingüística le concede suficiente importancia a las diferencias sexuales como para garantizar su representación dentro de las categorías gramaticales, esto no implica necesariamente que los sexos sean evaluados o tratados de manera diferente.

Wasserman y Weseley (2009) argumentaron que las lenguas de géneros basados en el sexo sugieren que las mujeres y los hombres son diferentes y que, debido a que las mujeres han sido tradicionalmente un grupo social oprimido, esta noción de diferencia puede traducirse en una constante intimidación hacia las mujeres, considerándolas como seres inferiores y atribuyéndole connotaciones negativas a la constante búsqueda de la igualdad de oportunidades por parte de las mujeres (p. 635).

En su tercer experimento, estudiantes bilingües de bachillerato leyeron un pasaje de 80 palabras de una novela y completaron una encuesta sobre actitudes sexistas, pudiendo ser en inglés (sistema de género pronominal) o español (sistema de géneros basado en el sexo). Satisfaciendo las expectativas de los investigadores, los estudiantes que leyeron el pasaje y respondieron a la encuesta en inglés tendían a expresar actitudes menos sexistas que los estudiantes que leyeron y respondieron en español. A pesar de que estos resultados ilustran potencialmente el efecto de la gramaticalización sobre el sexismo, deben ser interpretados con precaución, ya que el diseño del experimento no identificó con claridad los mecanismos cognitivos subyacentes o de motivación que influyeron en las respuestas de los participantes.

Prewitt-Freilino y sus colegas (2011) también investigaron la relación entre el género gramatical y la igualdad de los géneros sociales, aunque solo de forma empírica. Ciento once países fueron clasificados, de acuerdo a la relevancia gramatical del sexo en su idioma(s) oficial(es), en generizados (73), no generizados (26) o de género natural (11), utilizando los criterios creados por Stahlberg y colegas (2007). El análisis, que tomó en cuenta la ubicación geográfica, la tradición religiosa, el sistema de gobierno y el índice de desarrollo humano, reveló una diferencia significativa entre las lenguas generizadas y las no generizadas dentro de la escala conocida como Brecha Global de Género (Hausmann, Tyson, y Zahidi, 2009), lo que refleja principalmente el hecho que los países del grupo de lenguaje generizado obtuvieron puntuaciones más bajas en el sub-índice de participación económica que los del grupo de lenguas no generizadas. El pequeño grupo de países que habla una lengua de género natural recibió la puntuación más alta en la Brecha Global de Género  (Global GenderGap), reflejando principalmente el hecho de que el acceso de las mujeres al poder político es relativamente elevado dentro de ese grupo.

Una vez más, aunque sean potencialmente ilustrativos respecto al impacto de la gramaticalización, estos resultados deben ser interpretados con precaución, ya que es difícil vincular los efectos a las similitudes lingüísticas (en lugar de las similitudes histórico-culturales). El grupo con un lenguaje de género natural está compuesto por tan sólo dos sub-grupos: un geográfico-lingüístico (países escandinavos con lenguas nórdicas) y otro que compartía antecedentes históricos de colonización británica (siete países donde el inglés se había convertido en uno de los idiomas oficiales como resultado de la colonización). Por otra parte, no fue posible desligar los efectos de la gramaticalización y la asimetría en el uso de formas gramaticales de género, en base a los datos disponibles sobre las diferencias en las brechas de género entre el grupo de idiomas generizados y el grupo de idiomas no generizados.

 

ASIMETRÍAS EN EL USO Y PERCEPCIÓN DE LAS FORMAS GRAMÁTICAS

 

Se han utilizado diversos métodos para investigar la manera en que los lectores de lenguas con género marcado interpretan las formas masculinas y femeninas (por ejemplo, seguimiento ocular en Esaulova, Reali, y von Stockhausen, 2014; actividad magneto-encefalográfica en Molinaro, Barbero, Pérez, Parkkonen, y, Carreiras, 2013; mediciones ERP en Caffara, Siyanova- Chanturia, Pesciarelli, Vespignani, Cacciari, 2015; empleo de un lenguaje artificial en Ott18cBehne, en revisión). En líneas generales, los estudios empíricos sobre el uso de las formas masculinas indican que, incluso cuando puedan ser interpretadas como genéricas, los lectores son más propensos a interpretarlas de manera específica, al menos en situaciones que carecen de información lingüística o no lingüística contradictoria.

Creemos que esta tendencia a interpretar las formas masculinas como formas que se refieren únicamente a los hombres tiene fuertes implicaciones para las cogniciones auto-relevantes basadas en la pertenencia al grupo (auto-estereotipos) y, por consecuencia, para los intereses profesionales y las opciones ocupacionales.

 

"¿Qué significa esto?" Formas gramaticales masculinas y límites del grupo

 

Aunque la gramaticalización del género ayuda a la saliencia de la categoría de género, usar formas masculinas genéricamente para referirse a todos los miembros de un dominio contribuye a la incertidumbre de las mujeres acerca de si la forma masculina marca un límite de género o no. Dicho de otra manera, se crea una ambigüedad en cuanto a si su grupo (mujeres) pertenece a ese dominio en particular. Esto es absolutamente crucial, ya que el sentido de pertenencia es esencial para el compromiso y la motivación al éxito (Walton y Cohen, 2007). Vervecken, Hannover, y Wolter (2013) demostraron que en los idiomas alemán y holandés (idiomas de género basado en el sexo) las asociaciones de género en los niños (6 a 12 años) y la percepción del éxito ocupacional en mujeres y hombres se vieron influenciadas cuando las ocupaciones estereotípicamente masculinas eran referidas utilizando sólo la forma masculina (que puede ser interpretada como genérica) o en la forma tanto femenina como masculina (llamada forma dual o pareja). El interés de las niñas (pero no la de los niños) por ocupaciones masculinas resultó influenciado por la forma utilizada; las niñas mostraron menos interés hacia estas ocupaciones cuando se presentaron sólo en forma masculina que cuando se presentaron en forma dual, mientras que el interés de los chicos no se vio afectado por la forma lingüística (para resultados similares en francés con una muestra de adolescentes de entre 14 a 15 años, ver Vervecken, Gygax, Gabriel, Guillod, ISL Hannover, 2015).

Stout y Dasgupta (2011) demostraron que en inglés el uso del pronombre "él" para referirse al candidato ideal durante una entrevista de trabajo simulada, llevó a las mujeres a reportar un menor sentido de pertenencia, menor motivación para obtener el empleo y la expectativa de sentirse menos identificadas con el trabajo, que cuando el entrevistador utilizó genéricos de género neutro ("one"; "he or she"). La elección del pronombre fue vista como un indicativo sobre si los participantes del grupo (en este contexto, las mujeres) tenían o no derecho a ser miembros de la categoría correspondiente. El uso de "él", aunque presumiblemente con la intención de emplear un pronombre genérico, parece haber sido percibido por las mujeres como una indicación de ostracismo.

Horvath y Sczesny (2016) también demostraron que los evaluadores de los candidatos se vieron influenciados por el lenguaje durante la evaluación de las candidatas que aspiraban obtener cargos directivos de alto nivel.

Del mismo modo, en una investigación basada en la evidencia de que la memoria se ve afectada por la relevancia personal. Crawford e Ingles (1984) demostraron que las participantes de sexo femenino, y no los de sexo masculino, recordaron mejor la descripción de las profesiones (psicólogo, abogado, etc.) cuando se utilizaron pronombres incluyentes en cuanto a género, en comparación a cuando sólo se utilizaron pronombres masculinos.

 

Superando los límites - Modelo de Activación del Significado

 

Aunque pueda parecer que la interpretación específica de las formas masculinas es la predominante, las razones subyacentes de este hecho aún no están del todo claras. Recientemente hemos propuesto, provisionalmente, una explicación basada en un modelo de activación del significado (Lévy; Gygax, y Gabriel, 2014). En línea con el modelo de activación-selección (Gorfein, Brown y Debiasi, 2007), las palabras se representan como un conjunto de atributos ponderados, cuya activación inicial (por ejemplo, si al leer "derecha" se activa el concepto de "opuesto a la izquierda" u "opción política") depende de su ponderación de activación general. La selección de un significado particular (por ejemplo, "opción política" aumenta la ponderación de los atributos asociados a este significado y, por lo tanto, aumenta la probabilidad de que este significado sea activado en el futuro. Dentro del contexto del procesamiento de los sustantivos ocupacionales usando la forma masculina, se podría argumentar que el significado que se les atribuye resulta determinado por la ponderación relativa de las características asociadas a los significados específicos y genéricos.

Esta ponderación depende a su vez de la frecuencia con la que los lectores se han visto expuestos a los dos significados. Dada la secuencia en la que se aprenden los significados, el significado específico por lo general se aprende un par de años antes que el significado genérico (Gygax, Gabriel, Sarrasin, Garnham y Oakhill, 2009). Y puesto que en la sociedad contemporánea hay más ocupaciones masculinas estereotipadas que femeninas (Gabriel, Gygax, Sarrasin, Garnham, y Galthill, 2008; Miserskyetal., 2014), lo que es probable que dé como resultado una mayor exposición de los hombres en las noticias de los medios de comunicación, es razonable suponer que el significado específico se activa con mucha más frecuencia.

 

La evidencia de que existe un modelo de activación del significado procede de una serie de estudios experimentales en francés (Gygax y Gabriel, 2008; Gygax et al, 2012; Levy et al, 2014), en los que se intentó modificar el vínculo hombre = masculino. En todos estos experimentos se les presentaron a los participantes parejas palabras que consistían en un término de afinidad femenina o masculina en su forma singular y un sustantivo ocupacional en la forma plural masculina (por ejemplo, soeur [hermana] - musiciens [los músicos] o frère [hermano] -musiciens [ músicos]). Se les pidió que indicaran si la persona mencionada por el término de afinidad podría ser parte del grupo mencionado por el sustantivo ocupacional (por ejemplo, ¿podría una niñera ser parte de un grupo de músicos?). Los resultados en todos los experimentos, independientemente de las manipulaciones experimentales adicionales, mostraron que los participantes dieron una menor cantidad de respuestas positivas (y de forma más lenta) en las parejas de palabras experimentales que incluían un término de afinidad femenina (por ejemplo, una hermana) en lugar de un término de afinidad masculina (por ejemplo, un hermano), indicando así una tendencia a interpretar la forma masculina en el sentido de género específico antes que en el sentido genérico,. Gygax y Gabriel (2008, Experiment 2) mostraron que la activación del significado genérico de la forma masculina podía incluso disminuir en ciertos contextos. Por ejemplo, cuando se presentó a los participantes con nombres en la forma femenina en una tarea preliminar no relacionada, sus respuestas en la tarea principal experimental  indicaron de una forma aún más intensa que interpretaban la forma masculina en su sentido específico  (por ejemplo, incluso menos respuestas positivas a a parejas de palabras experimentales que  incluían un término de parentesco femenino). Dicho de otra manera, activar la forma femenina = mujer parecía, tal vez a través de un mecanismo de contraste, aumentar la activación relativa de la forma masculina = hombres.

En un intento de modificar la activación inicial de la interpretación genérica de

las formas masculinas, Gygax y sus colegas (2012) recordaron explícitamente a los participantes la regla de que la forma masculina puede ser interpretada como una forma genérica y se les dieron instrucciones para tener en cuenta la regla a la hora de completar el experimento. Aunque el recordatorio condujo a un aumento de respuestas positivas a las parejas de palabras experimentales que incluían un término de parentesco femenino, los participantes todavía se mostraban mucho más lentos a la hora de responder positivamente a estas parejas que a aquellas que incluían un término de parentesco masculino. Los autores argumentaron que esto se debía a que el significado específico de la forma masculina siempre se activa a través de un proceso pasivo (es decir, incontrolable). Mientras que el significado genérico sólo se activa a través de un proceso estratégico, que no es capaz de anular el proceso de activación pasiva. En la terminología del modelo de selección de activación, un recordatorio explícito de la interpretación genérica de la forma masculina no es suficiente para compensar el peso de los atributos asociados con su significado específico.

Levy y colegas (2014) usaron una manipulación experimental más sutil para intentar aumentar el peso relativo de la interpretación genérica de la forma masculina. Aumentaron gradualmente la proporción de parejas en la tarea, incluyendo un término de parentesco femenino en vez de un término de parentesco masculino (el papel sustantivo estaba siempre en forma masculina) Esto pareció aumentar la activación de la interpretación de género:  a medida que aumentaba la proporción de parejas que incluían un término de parentesco femenino aumentado, se hacía más probable que los participantes aceptaran los sustantivos de parentesco femenino en las parejas de formas masculinas. Un simple aumento en la exposición a parejas femenino-masculino fue suficiente para borrar parcialmente el límite marcado por el uso de las formas masculinas.

Esta investigación documenta el hecho de que los lectores pueden ser obligados a comprender las formas masculinas de una manera genérica, y que esto - en línea con un modelo de

activación de significado - se logra más fácilmente mediante la exposición de las personas a estímulos específicos que explicando cómo debería o podría ser interpretada una forma gramatical.

 

ESTRATEGIAS PARA ELIMINAR LA ASIMETRÍA

 

La asimetría en el uso de las formas de género gramaticales ha sido un tópico de debate político desde la década de ls 70. Se han sugerido alternativas lingüísticas y se han establecido en países europeos en varios grados (por ejemplo, Moser, Sato, Chiarini, DmitrowfDevold, Sc Kuhn, 2011 No obstante, pese a que los hablantes de lenguas conscientes de género son percibidos positivamente (Vervecken y, Hannover, 2012), la implementación de este tipo de lenguaje está lejos de ser una empresa fácil (por ejemplo, Koeser, Kuhn y Sczesnyq 2015; Kuhn y Gabriel, 2014). Se han sugerido dos estrategias principales para eliminar la asimetría (para una revisión, ver Hellinger y Pauwels, 2007): visibilidad por feminización (por ejemplo, el uso de formas duales en alemán: Studentinnen und Sludenten [estudiantes varones y mujeres]), y des-generización por neutralización  por ejemplo, una sola forma para referirse a los hombres y las mujeres, como las formas nominalizadas alemán. p.ej.,Studierende [los que estudian]).

En la terminología de la teoría de la auto-categorización, las estrategias de neutralización ayudan a hacer menos saliente la categoría de género, mientras que las estrategias de feminización mantienen la categoría de género saliente, pero (a) tratan de aumentar la visibilidad de las mujeres en el discurso al referirse explícitamente a ellas y (b) evitan el uso asimétrico de las formas gramaticales masculinas y femeninas.

Aunque las estrategias de neutralización deberían conducir a cambios interesantes en las representaciones mentales de género de hablantes y lectores (y comportamientos asociados) aún no se les ha concedido mucha atención, pese a que hay dos estudios relevantes disponibles (Gabriel & Gygax, 2008; Sato, Gabriel, y Gygax, 2016). En Noruega, los sufijos femeninos se han ido quedando obsoletos, y los hablantes cada vez se han visto más expuestos a formas masculinas que se refieren a las mujeres (como en la manipulación experimental de Levy et al., 2014). Gabriel y Gygax(2008) encontraron que la estrategia de Noruega ha dado lugar una forma gramatical predominantemente masculina, perdiendo parcialmente su significado en función del género No obstante, sus resultados también indican que las representaciones de género de los lectores estaban basados en estereotipos de género.

A primera vista, estos resultados señalan otra forma de discriminación con un origen diferente.

En alemán los participios y los adjetivos nominalizados no tienen marca de género, a diferencia de los sustantivos (por ejemplo, sustantivos: der Student (masculino) (el estudiante varón), die Studentin (femenino) [la estudiante); formas nominalizadas: die / der Studierende [el/la que está estudiando). Un estudio realizado por Sato y colegas (2016) mostró que las formas

nominalizadas dan lugar a representaciones más equilibradas que sus sustantivos masculinos semánticamente relacionados.

Aunque las estrategias de feminización pueden conducir a una saliencia de género, incluso en las ocasiones en las que el sexo de referencia puede ser irrelevante desde la perspectiva del orador, se ha alegado -y se ha demostrado empíricamente - que aumentan la visibilidad de las mujeres en el discurso porque se refieren explícitamente a las mujeres (por ejemplo, Gabriel et al., 2008).

No obstante, algunos autores han argumentado que la feminización sólo tendrá éxito si las formas femeninas son seleccionadas y utilizadas con cuidado. Merkel, Maass, y Frommelt (2012) observaron que las mujeres profesionales italianas a las que se mencionaba mediante formas femeninas simétricas de nuevo cuño (por ejemplo, en presidentes (el presidente femenino) fueron percibidas como poseedoras del mismo estatus social que aquellas que fueron descritas con formas masculinas (por ejemplo, il Presidente), mientras que las mencionadas por las formas femeninas tradicionales (por ejemplo, Ia_presidentessa [el presidente de género femenino), una palabra que también fue usada históricamente para referirse a la esposa del presidente) se les atribuía un menor estatus social.

Una nota semejantemente cautelosa fue apuntada por Formanowicz, Bedynska, Cislak,Braun, y ocSczesny (2013) en su investigación en el contexto polaco de cómo la evaluación de las solicitantes femeninas de empleo estaba influida por la forma gramatical en la que se presentó su profesión. A lo largo de tres estudios, las solicitantes femeninas de empleo con una denominación del empleo en forma femenina en sus CVs fueron evaluadas menos favorablemente que los candidatos masculinos y femeninos solicitantes que usaron una forma  gramaticalmente masculina. Del mismo modo, Budziszewska, Hansen, [ScBilewicz (2014) encontraron que los hombres, pero no a las mujeres, percibían a las mujeres descritas con nombres de empleos femeninos como menos cálidas y no significativamente menos competentes que las mujeres con títulos de trabajo masculinos.

Resumiendo, cualquiera de estas estrategias (feminización y neutralización) tiene ventajas y desventajas, y decidir qué estrategia adoptar depende de los objetivos específicos y del contexto lingüístico y social. Sin embargo, más quedan por hacer más investigaciones para delimitar las consecuencias de cada una de las estrategias.

 

 

CONCLUSIONES

 

 

En este capítulo, nos hemos centrado en cómo las características particulares de la lengua ayudan a hacer del género una categoría saliente e influencian los límites intergrupales. Hemos alegado que estas características influyen en el grado en que las mujeres están incluidas en el discurso general y en dominios específicos.

Existe mucha variación en los idiomas en la medida en que se gramaticaliza el sexo  del referente humano. Si se gramaticaliza el sexo, hablantes y oyentes deben estar continuamente pendientes de los referentes de género. Hemos argumentado que la gramaticalización de género contribuye a la saliencia de las categorías de género, lo cual lo hace más probable que el género se utilice como base para la auto-categorización.. A pesar de su impacto en las interacciones sociales ha sido relativamente poco estudiada, hay evidencias que apoyan esta hipótesis. Por ejemplo, Palomares (2004), demostró que las diferencias de comunicación basadas en el género solamente surgen cuando el género es saliente. Son precisas investigaciones adicionales para entender mejor cómo el uso de referencias marcadas gramaticalmente con el género contribuyen a esta dinámica.

A su vez, la gramaticalización del género plantea inevitablemente la cuestión de cómo indicar que el género es irrelevante. El uso asimétrico de formas gramaticales -que sigue siendo generalizado - no es una solución, ya que la ambigüedad potencial tiene consecuencias que alcanzan más allá del discurso. Las estrategias de neutralización y de feminización como alternativas para un uso genérico de términos masculinos han merecido una atención desigual por parte de la investigación empírica. Lo que es lamentable, ya que, aunque ambas estrategias apuntan un mismo objetivo (proporcionar igualdad de género), pueden provocar efectos colaterales dispares. En el contexto de los grupos raciales y étnicos, las diversas ideologías de daltonismo y multiculturalismo han provocado efectos dispares, por ejemplo, sobre los estereotipos y los prejuicios, y en los miembros de las mayorías y de las minorías (Rattany Ambady 2013). Una vía fructífera para la investigación accesoria podría ser, pues, comparar cómo las estrategias lingüísticas afectan a las interacciones entre los grupos, explorar si tienen resultados dispares para mujeres y hombres, y si la pertenencia a un grupo predice el apoyo de cualquiera de estas estrategias

En el pasado, este tema ha atraído la atención de la mayoría de los interesados en el idioma Inglés, pero el cuerpo de investigación centrado en otros idiomas está creciendo. Ampliar la diversidad de los idiomas estudiados es muy positivo, ya que esto puede permitirnos diferenciar mejor los efectos generales de los lingüístico-culturales.